Suicidio en México: Un incremento alarmante
El suicidio es el acto por el cual un individuo decide poner fin a su vida de forma intencional. En México, los epidemiólogos han reportado un aumento en las muertes por suicidio en las últimas cinco décadas.
Las estadísticas de mortalidad del INEGI reportan que para 2020, del total de fallecimientos en el país (1 millón 069 mil 301), 7 mil 818 fueron por lesiones autoinfligidas, lo que representa 0.7% de las muertes y una tasa de suicidio de 6.2 por cada 100 mil habitantes, superior a la registrada en 2019 de 5.6.
La tasa de suicidio alerta más en el grupo de jóvenes de 18 a 29 años, ya que se presentan 10.7 decesos por esta causa por cada 100 mil jóvenes.
Con respecto a la frecuencia de la ideación suicida, se observa que, de la población de 10 años y más que han pensado suicidarse, 6% lo hace frecuentemente, 5% casi siempre, 34% algunas veces y 54% rara vez.
Factores del suicidio
Las pérdidas pueden prevenirse si se interviene de manera oportuna, por lo que es necesario centrarse en la comprensión de estos sucesos para crear estrategias adecuadas de intervención.
Los factores de riesgo clave abarcan desde los sistemas sanitarios y la sociedad hasta los niveles comunitario, relacional e individual. Sin embargo, la presencia de un trastorno mental como la depresión, ansiedad, esquizofrenia, entre otros, es un fuerte factor de riesgo.
Aunque padecer uno de estos trastornos es el indicio, llegar al suicidio también puede ser una acción impulsiva, afectada por diversos factores externos que provocan una crisis, como es un problema económico, familiar, amoroso, etc.
Una persona con conducta suicida no desarrolla esta de forma espontánea, si no de manera gradual en la que previamente evaluó su situación de dolor o desesperación, y en ocasiones es muy visible.
El duelo tras un suicidio
Un suicidio o una conducta suicida es una tragedia que no afecta sólo a los individuos, sino también familiares o seres queridos. El duelo es el proceso de adaptación emocional tras una pérdida, pero cuando esta pérdida es un caso de suicidio, el duelo puede ser más doloroso, tormentoso, con sentimiento de culpa o reproche por la decisión del individuo.
En 2018, Clara y Emilio perdieron a su madre a causa de una fuerte depresión que la llevó al suicidio, sin embargo ellos aún ven desde un ángulo empático la decisión que tomó su madre, sin dejar de lamentarlo.
“Siempre hemos pensado que mi madre hizo eso porque ella estaba en un pozo pero, nunca hemos tenido un sentimiento de reproche, para ella esa fue la solución. Clara y yo siempre hablamos del problema y siempre nos apoyamos mutuamente porque siento que si no puedes sacar las cosas que piensas te hundes también. Haber sufrido un suicidio me ha marcado, y a mi familia, nos ha marcado muchísimo”, expresa Emilio.
Clara y Emilio eran testigos de conductas evidentes de una severa depresión, conductas que en muchas ocasiones repercutian en ellos también, pese a ello nunca pensaron que el suicidio podría ser el resultado.
El daño que causa el suicidio a otros individuos es una realidad más bajo la luz que necesita ser evidenciada. La prevención de suicidio, debe ser una prioridad de salud pública, no sólo por la cantidad de muertes por esta causa, sino por el impacto tan complejo que tiene en la salud mental de los círculos interpersonales de las personas que mueren por suicidio.
La falta de atención a los duelos familiares y sociales después de una muerte por suicidio es un factor de riesgo para futuros suicidios y alteraciones mentales en los sobrevivientes, que constituyen una de las mayores brechas en el abordaje integral de la problemática y por lo tanto de su prevención.
Prevención fuera de estigmas
El suicidio es un problema de salud pública importante pero frecuentemente ignorado envuelto en estigmas, mitos y tabúes que llegan a ser un fuerte tropiezo para la prevención del mismo.
Prevención pública
Las estrategias internacionales parten de la premisa de que el suicidio es prevenible ya que se da como un proceso que inicia con la ideación (preocupación autodestructiva, planificación de un acto letal o deseo de muerte), posteriormente pasa a intentos y, finalmente, a la consumación.
La prevención del suicidio requiere la intervención de sectores distintos de la salud y políticos, es preciso reconocer los padecimientos mentales, ofrecer un fácil acceso a la atención requerida, una mayor disponibilidad en las encuestas y una mayor calidad en los datos sobre suicidios e intentos de los mismos.
Los gobiernos deben elaborar marcos normativos para las estrategias nacionales, programas de prevención y actividades comunitarias.
Un enfoque innovador, integral y multisectorial, con la participación tanto del sector de la salud como el educativo, laboral, religioso e incluso una mayor visibilidad en medios de comunicación de manera objetiva e informativa.
Es importante comprender la salud mental como esencial sin rebajarla a lado de la física, requiere de un esfuerzo colectivo como sociedad detectar estas conductas y sus factores de riesgo.
Señales de alerta
Muchos intentos suicidas o suicidio podrían mitigarse mediante la detección temprana, la evaluación y el tratamiento apropiados y a tiempo.
Desde un esfuerzo interpersonal con nuestros círculos sociales podemos comenzar por monitorear palabras, gestos, conductas y pensamientos.
Siempre hay que tomar en serio cualquier verbalización, amenaza o intento. La mayoría de las personas suicidas comunican sus intenciones como llamado de auxilio, mismos que deben ser prontamente atendidos y no minusvalorados.
La estigmatización o minimización de sentimientos y el sentirse juzgados puede provocar aún más la idea.
Es muy importante facilitar a la persona la expresión de sus emociones o pensamientos.
Comenzar por escuchar, empatizar, ofrecer ayuda profesional y acompañar en el proceso, esto puede salvar vidas, porque hablar del suicidio es también empezar a prevenirlo.
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