En entrevista para Palabra Digital, el editor de la Universidad Nacional Autónoma de México, Camilo Ayala, contó que los libros pirata son cada vez más parecidos a los auténticos. “Hay un control de calidad y una logística similar a las editoriales, aunque los materiales, como el papel, quedan por debajo”.
Los libros pirata se han convertido en un delito que en los últimos años han ocasionado grandes pérdidas económicas a las editoriales y en especial a los autores
Por: Santiago Ayala Espinosa
Cómo identificar un libro pirata
Las aventuras de los piratas y su búsqueda por el último tesoro componen una historia llena de joyas, telas, oro y piedras preciosas; según los tiempos, han sabido cómo ajustarse a las necesidades de su trabajo.
“En el siglo XXI el tesoro son los libros”
Un libro pirata es más que una falsificación, también lo son aquellos de dudosa procedencia, los que tienen en el lomo o en el canto el nombre de una biblioteca o los nuevos lanzamientos con precios demasiado bajos.
Mediante la falsificación, robo y espionaje, los piratas han dejado poco a poco los barcos y han adoptado y adaptado la piratería en los libros.
Consumo de la piratería
Una de las ventanas de oportunidad para la piratería, ha sido el internet. Compartir material sin permiso del titular de derechos es piratería.
La encuesta Nacional sobre Hábitos de Consumo de Piratería 2019, demostró que 84% de la gente no considera a los libros descargados digitalmente como piratería; por su parte, los tianguis son los espacios físicos donde los mexicanos reconocen y consumen la piratería.
Un lugar, como el Pase de Balderas, ubicado afuera de la Biblioteca de México José Vasconcelos, en la Ciudadela de la Ciudad de México, es conocido por su oferta barata y sospechosa de libros.
En el tianguis se respira tinta, donde las mesas con manteles blancos están llenas de libros, nuevos y usados, algunos maltratados y otros, los sospechosos, cuyos colores o detalles de impresión delatan su naturaleza.
Entre los vendedores del tianguis está Roberto. Algunos de sus libros, todos retractilados, se ven sospechosos.
Roberto afirma que la mercancía la lleva su empleador y que no sabe de dónde proviene. La misma respuesta dan los demás vendedores, cuyos precios de los libros son similares.
Uno de los títulos más vendidos es Emma y las otras señoras del narco, de Anabel Hernández, que su precio en librerías es en promedio de 299 pesos y aquí lo encuentras, descolorido pero envuelto en plástico, en 180 pesos.
- Distinguir entre libros de saldo, los de viejo y los pirata no es sencillo. La línea entre estos confunde hasta a los expertos
Calidad en la falsificación de los libros
En entrevista para Palabra Digital, el editor de la Universidad Nacional Autónoma de México, Camilo Ayala, contó que los libros pirata son cada vez más parecidos a los auténticos. “Hay un control de calidad y una logística similar a las editoriales, aunque los materiales, como el papel, quedan por debajo”.
El problema puede surgir desde las propias editoriales, como el también historiador afirmó, “las imprentas imprimen ejemplares de más, o los mismos trabajadores de la editorial se llevan pruebas o los archivos; también están los trabajadores de bodegas que se llevan los saldos, que son los libros originales, para venderlos por fuera”.
Camilo Ayala cuenta que, en una Feria del Libro de Guadalajara, uno de los expositores, de una librería establecida, llevó ejemplares pirata de una novedad a un precio muy bajo. Alguien de la editorial del libro se dio cuenta y amenazó con irse, junto a otras editoriales, si no se expulsaba de inmediato a aquellos bucaneros.
Es cuestión de cultura…
La industria librera reportó, en 2019, el año anterior a la pandemia, ingresos en las librerías tradicionales, de poco más de tres mil 700 millones de pesos. Para 2020, perdió 20 por ciento, según la agencia Nielsen Bookscan México. Las tendencias indican que 2021 siguió a la baja.
Reportaje: La piratería en los libros. José Villanueva Barrón 2014.
Para la American Chamber México, en el país 8 de cada 10 mexicanos consumen piratería. El editor de la UNAM, Camilo Ayala, atribuye esta situación a un problema cultural. “Es una cuestión de educación y cultura, es más cercano ir a los tianguis que a las bibliotecas o librerías”.
La piratería de libros, en el contexto del Covid, se ha vuelto más común. Los textos en pdf, aquellos compartidos por redes sociales o sitios escolares, sin permiso del autor o propietario, que son comunes en las escuelas, son muestra de ello. Instituciones que combaten plagios y buscan nuevos saberes, se vuelven cómplices y criminales.
Los artículos 424 y 425 del Código Penal Federal, señalan las penas por vender, producir y dar mal uso a obras protegidas por el derecho de autor; así como al editor que produzca más ejemplares de libros de los autorizados. Quien incumpla puede pasar en prisión de seis meses a seis años.
Contamos con las leyes para frenar la piratería, pero estas han sido rebasadas por la fantasía del brillo y el oro falso de la cultura.
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