Por: Rafael García
Una vez, un historiador griego, de nombre Heródoto de Halicarnaso, dijo en la época antes de Cristo: “ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba y en la guerra son los padres quienes llevan a sus hijos a la tumba”.
La guerra es un conflicto armado entre una o más naciones, donde las vidas se pierden entre la avaricia, la inhumanidad y el genocidio provocado por mentes que no precisamente son tan humanas como quienes acuden al campo de batalla a, con su propio cuerpo, defender su nación. Esa es la guerra. Ahí está el problema: que en la guerra hay humanidad.
El pasado 7 de octubre el mundo se detuvo ante el ataque del grupo terrorista Hamás en el territorio de Israel, en el que más de mil 400 habitantes de la zona, así como visitantes de todas partes del mundo que acudieron al festival de música Supernova, fueron irrumpidos por al menos 50 integrantes del grupo criminal, de acuerdo con reportes oficiales.
El 11 de octubre, cuatro días después del genocidio cometido por el grupo terrorista Hamás, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se comprometió con sus ciudadanos a acabar con el movimiento islamista: “Hamás es Daesh y vamos a aplastarlos y destruirlos tal y como el mundo destruyó a Daesh”, declaró el jefe israelí.
A un mes y medio de las declaraciones del jefe de Estado de Israel, ya hay 14 mil 128 personas muertas dentro de la Franja de Gaza por los constantes ataques de Israel a los gazatíes, según reportes del Ministerio de Salud del territorio.
En un conflicto como éste, donde la información transita de un lado al otro en las redes sociales, y los bandos son cada vez más comunes, es importante entender cuáles han sido las razones de esta guerra, así como su raíz. Toda batalla tiene historia, represiones que acaban con la dignidad humana y disrupciones que obligan a las naciones a llegar hasta las últimas consecuencias.
Causas del conflicto
Para entender las raíces del conflicto entre Israel y Palestina, hay que retroceder 106 años, cuando hacia finales de la Primera Guerra Mundial, la caída del imperio Otomano tuvo lugar para dar relevo a Gran Bretaña, que por mandato de la sociedad de las Naciones Unidas ocuparía el territorio palestino.
En la Declaración de Balfour, Gran Bretaña declaró su búsqueda por crear en dicho territorio la creación de un hogar nacional para el pueblo judío, ya sin el dominio musulmán, que duró prácticamente 13 siglos. El país británico redactó un llamado Libro Blanco, que manifestaba el rechazo a la petición de partir el territorio en dos estados, lo que atentaba contra la inmigración judía.
Sin embargo, poco duraría el mandato británico, cuando en medio de una revuelta árabe el 22 de julio de 1946, un movimiento denominado Irgún atentó contra las cabezas de la potencia europea.
Así, por petición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 1948 el Estado de Israel puso en marcha el plan de resolución del conflicto, que proponía la creación de dos estados: un judío y otro árabe. Este plan representaba una invasión por parte de los israelíes, quienes se quedarían con 55% del territorio palestino; como era de esperarse, los árabes declararon la guerra en seguida al nuevo país.
En 1967, los estados árabes, Egipto y Siria enfrentaron en un conflicto denominado: “La Guerra de los Seis Días” al Estado de Israel, que sin mayor problema retuvo los territorios ocupados palestinos, además conquistó Jerusalén, los Altos del Golán, la península del Sinaí y el sur de Siria.
Con el paso de los años, y con una ocupación de Israel en terreno palestino, que cada vez parecía más lejana la recuperación, los palestinos se organizaron dentro de los territorios conquistados por parte de los israelitas, dando lugar a una rebelión civil donde se exigían mejores condiciones de vida.
En 1987, el enfrentamiento se dio a través de la organización pública y social; con piedras, palos y todo tipo de armamento casero, los palestinos intentaron una vez más para recuperar lo que les pertenecía y que, desde hacía muchos años se les había quitado. En ese mismo año, en medio de las exigencias, se fundó Hamás, grupo islamista que se instaló dentro de la Franja de Gaza y que tuvo como objetivo acabar con Israel.
Para tomar las decisiones que llevarían a Palestina a “acabar” con Israel y recuperar sus tierras, el grupo islamista Hamás tenía que estar al frente de Palestina, consiguiéndolo así en 2006, cuando ganó las elecciones en la Franja de Gaza.
A partir de ese año, la presión en contra de Israel se ha intensificado. Hace un mes y medio, Hamás dio su golpe más duro desde que ganó las elecciones en 2006.