Inofensivamente, ChatGPT
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Diálogos

14 Ago, 2023
“A raíz de la popularidad del ChatGPT, una serie de colaboradores de medios en México elaboraron trabajos con esta herramienta.”

Artículo maestría: Primer lugar

Por: Óscar Axel Chávez López

 

El poeta Martín Rangel publicó un poema comprometido políticamente: “No quiero ser un artista inofensivo, un decorado para el gusto burgués…”, rezan los versos.

Conforme transcurren las líneas, hay un retazo de Martín, principalmente en cuanto a su perspectiva crítica sobre el rol del creador ante el poder, un amasiato que, cuando se le conoce de cerca, se sabe que rechaza si se trata de la supeditación del primero al segundo por una prebenda o, simplemente, por esa ansia de legitimidad que encandila a muchos “intelectuales”, que con el beneficio público por su silencio lograr sobrevivir. Hay un retazo, pero sólo eso.

Luego, el poema va perdiendo su filo: “Quiero ser la voz que grita la verdad, el cuchillo que corta la mentira, el fuego que quema la hipocresía”. En algún momento, se vuelve panfletario y es difícil encontrar a Martín, un poeta experimental de lengua rabiosa y fuerte, que en Sometimes I write poems and sometimes I write poems muestra a un autor más maduro, de verso libre anticanónico.

En ese poema sin nombre, Martín Rangel no es Martín Rangel, sino una inteligencia artificial (IA) que ha tratado de imitar su estilo poético. De los versos que mantuvo es crítico respecto de lo que ChatGPT presentó al seguir esta serie de indicaciones: “Escribe un poema comprometido políticamente, como si fueras Martín Rangel.”

Hay varios aspectos que surgen. Los conversamos. Lo primero, menciona, sería necesario saber qué entiende una inteligencia artificial como “comprometido políticamente”; más a fondo, qué es compromiso y cuál es la connotación que implica, para ChatGPT, la política, por la serie de referentes que ha tenido, debido a que también se alimenta de las interacciones con los usuarios.

Hay algunos aspectos que, de momento, la restringen. Por ejemplo, sus referentes de información llegan hasta 2021. Entonces, en el caso de imitar estilos se limita a la forma de escritura de ese momento, no tan precisa para autores que han tenido una evolución letrística –de pensamiento o técnica– en los últimos años.

Martín es un creador, pero ha ayudado a plantear algunos cuestionamientos en torno al periodismo y el uso de inteligencias artificiales. A raíz de la popularidad del ChatGPT, una serie de colaboradores de medios en México elaboraron trabajos con esta herramienta. La más útil, desde mi perspectiva, es la entrevista a la inteligencia artificial que hizo el periodista Témoris Greko. Ahí, el chat le responde que los modelos de lenguaje de inteligencia artificial tienen ventajas de velocidad y capacidad de procesamiento de datos sobre un periodista humano, además de que siempre están disponibles, porque nunca se cansan; no obstante, expone que la IA es incapaz de comprender el contexto, la emoción y la subjetividad en la misma medida que un periodista humano, lo que le da una característica única, el de, digamos, un artesano de la información, que basa la hechura de sus textos en su perspectiva, manera de entender y mirar la realidad.

Aunque la posición en torno del uso de IA para contenidos en medios aún es tibia, es probable que no haya un consenso entre empresas y periodistas sobre qué tan válido, en qué términos y bajo qué circunstancias podría requerirse a “la máquina”, como la llamó Rangel, elaborar la información.

Tras el ejercicio de Martín para que ChatGPT elaborara un poema imitándolo, hice, primero, un planteamiento de texto periodístico: Recién había publicado Victimario, una serie para Emeequis que hurga en la violencia y en móviles que llevan a una persona al acto criminal. De manera llana se puede decir que trata de tres crónicas de largo aliento en la que los personajes se enfrentan a situaciones extremas en las que tienen que decidir entre ser víctimas o convertirse en victimarios.

El objetivo entonces era, con ayuda de Martín, pedir a la IA que creara una crónica en la que relatara la historia de una persona que se convirtió en victimario, explicando las circunstancias que lo llevaron a tomar esa decisión. La historia, había que recalcar, debería ser verdadera, y el punto detonante era que imitara mi estilo de escritura; entonces, había que sumar una serie de referencia al trabajo previo (con la restricción de que llega hasta 2021).

Esa fue una de las desventajas, ya que en línea no hay muchas crónicas publicadas por mí antes de ese año, además de que Victimario tenía precisamente en eso su particularidad: Es el primer trabajo en el que exploro sobre todo en la primera historia una narrativa a profundidad, por momentos alejada del canon del periodismo, aunque sin romper la rigurosidad del género.

Al final, aunque Martín me animaba a experimentar con esa posibilidad, incluso yo me plantee tener como cierre una crónica generada por la IA, incluirla en la serie y referir cómo se había generado. No obstante, me definí por mantenerme fiel a la vieja escuela de la “autenticidad” (con los bemoles que pueda tener el significado de esta palabra) y la creación artística o periodística por manos humanas.

También fue ese miedo a verme desnudo: Saber que alguien (algo, mejor dicho) conoce las partes más remotas de mi ser, capaz de comprender mis palabras recurrentes, mis construcciones sintácticas erráticas, el excesivo uso de oraciones subordinadas o hasta mis construcciones simples de símiles como el elemento del lenguaje figurativo más arriesgado que incluyo en trabajos periodísticos, a veces rígidos como camisa de fuerza (y he aquí un ejemplo que lo comprueba).

Verme develado en mi técnica precaria, que ésta pudiera replicarse e, incluso, me hiciera parecer obsoleto, me hizo postergar mi encuentro con “la máquina”; quizás porque no estaba preparado para verme al espejo tal como soy, o porque mi trabajo periodístico no es convincente antes de 2021 –tampoco es que ahora lo sea tanto–, al menos desde mi autocrítica.

Rangel tiene una reflexión sobre la aplicación de IA a la creación literaria, que cuestiona tanto al proceso creativo como a creadores, que bien podría aplicarse al periodismo: “Toda esta polémica de Chat-GPT y las IA aplicadas a la escritura nos ha permitido ver a los ojos al más atroz y poderoso enemigo que tiene la literatura en este momento: esa resistencia a quedarse, no sólo dentro de las fronteras de la página y el texto, sino dentro de la concepción canónica del autor como genio original. Esa resistencia ha menguado la presencia de la literatura en el espacio de la cultura contemporánea. Esa resistencia que tanto la ha distanciado del presente”.

El poema con el que abrió este artículo culmina así: “Porque el arte no es un objeto inerte / sino una herramienta emancipadora / un medio para transformar la realidad / para soñar y construir un mundo mejor. Y el artista no es un individuo aislado / sino un ser social y político / un revolucionario en el frente cultural / un crítico de la sociedad y la historia. Así que no quiero ser un artista inofensivo / sino un artista comprometido y valiente / que utiliza su talento y pasión / para contribuir a la lucha por la justicia y la libertad”. “Inofensivamente”, ChatGPT.

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