Ensayo
Por: Diana Sofía Leaños Jácome
México ha superado la cifra de los 100 mil desaparecidos, cantidad que empezó a contabilizarse desde los años setenta, del siglo pasado, con la guerra sucia y que multiplicó su cifra después de haber iniciado la guerra contra el narcotráfico en 2006 con el expresidente Felipe Calderón. Ante esta situación diferentes mujeres como Rosario Ibarra de Piedra, Marisela Escobedo y Cecilia Flores, conocida como “la mamá grande de Sonora”, emprendieron una lucha en la que se enfrentaron en contra de gobiernos ausentes e ineficientes, grupos criminales y una sociedad apática. Se enfrentaron a un país al cual pareciera no importarle sus hijos; sin embargo, a sus madres sí.
En los últimos años se han creado diferentes colectivos de madres buscadoras, quizá el más famoso de ellos sea el de “Madres Buscadoras de Sonora”, que se ha cambiado el nombre a “Madres Buscadoras de México”, ya que hoy, el grupo reúne más de 2 mil integrantes y cerca de 900 madres que han encontrado alrededor de 300 cuerpos. Las mujeres que conforman este colectivo constantemente reciben información de personas desaparecidas, posibles paraderos de personas con vida y ubicaciones de fosas clandestinas, las cuales se revisan en su mayoría sin ayuda o apoyo de las autoridades correspondientes.
En 2019, el actual subsecretario de Derechos humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas admitió durante una conferencia que México sufría una crisis forense, ya que el país ni siquiera contaba con registros fiables de fosas, perfiles genéticos o incluso de personas desaparecidas. Debido a esta situación madres, familiares y algunos voluntarios han tenido que aprender a diferenciar huesos, diferenciar el olor de la carne en descomposición y reconocer la tierra removida en desiertos, cerros, bosques y demás superficies en las que ponen en riesgo su vida.
En el último año han sido asesinadas tres madres buscadoras: Rosario Rodríguez, Ana Luisa Garduño Juárez y Brenda Jazmín Beltrán Jaime. Mujeres que arriesgaron sus vidas por encontrar a sus hijos o, aunque, sea saber de su paradero y que todos repetirán se metieron con la persona equivocada. Porque el gobierno, el narco y muchos otros más dirán que las mujeres andaban en malos pasos, que se fueron con el novio, y que los hombres querían el dinero fácil que les podía dar el narco. México culpa a las víctimas y las olvida, porque ni siquiera puede dar carpetazo al archivo.
Las cifras nos aplastan todos los días y nos persiguen todas las noches, estudiantes, mujeres, niñas. Tenemos que recordar que son MADRES organizadas las que buscan debajo de cada piedra para poder regresarle el nombre y dignidad a las personas desaparecidas, que son mujeres las que siguen en la lucha.
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos.”