Reportaje
Por: Karime Cervantes
“La Ciudad de México se encuentra en el cuarto lugar de precios por 2 mil 269 dólares el metro cuadrado, quedando en cuarto lugar por detrás de Santiago de Chile, Montevideo, Uruguay y Buenos Aires, Argentina.”
El propósito aquí consiste en reflexionar –a partir del enfoque relacional de la gentrificación– sobre la acción de los agentes inmobiliarios en la revalorización de los barrios de la Ciudad de México mostrando el carácter de clase de la gentrificación, así como la temporalidad de los procesos.
Para ello, se discuten las políticas urbanas y las formas de gestión pública y privada como una expresión de las relaciones de poder que están produciendo, por un lado, cambios sociales con el desplazamiento de las clases trabajadoras y por otro, las acciones organizadas de lucha por la permanencia en la ciudad.
Los programas de desarrollo urbano en la Ciudad de México ocultan o minimizan que están propiciando la apropiación privada de las rentas potenciales del suelo a través de la promoción de los mejores y más altos usos del suelo, aunado a la exacerbación de consumos superfluos y la promoción de nuevos estilos de consumo para las clases medias y el desplazamiento social directo e indirecto de las clases trabajadoras residentes y productores tradicionales.
El descontento ciudadano ante la embestida del desarrollo inmobiliario
Ante este escenario de crecimiento desbordado del mercado inmobiliario, los principales reclamos de los habitantes “oriundos” de estas zonas redensificadas giran en torno a que estos mega desarrollos inmobiliarios trastocan las características tradicionales de sus barrios, comunidades y colonias, al modificar de manera violenta su entorno urbano y los usos de suelo; dañan sus zonas patrimoniales; colapsan las vialidades y la infraestructura; generan grietas, hundimientos, socavones, congestión vial; privatizan el espacio público y aniquilan el muy mermado abastecimiento de agua potable, uno de los más graves problemas urbanos de la Ciudad de México y del país.
El Centro Histórico y la colonia Condesa son ejemplo de esta reconfiguración. Para este proceso no es positivo, porque la revalorización del espacio urbano (aumento de precios de suelo, vivienda, renta y servicios) “se hace a costillas de una población”. Al dejarse el desarrollo inmobiliario y comercial al libre mercado sin una regulación, hay una afectación social: genera desplazados.
La Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDH) ha realizado un informe a partir del análisis de 234 quejas relacionadas con temas de desarrollo urbano, (150 quejas individuales y 84 colectivas –una promovida por residentes de más de 700 colonias de las 16 demarcaciones territoriales–) en las que se documenta la continua violación a diversas normas jurídicas en mil 200 obras por: cambios de uso de suelo, inobservancia de los programas delegacionales y parciales de desarrollo urbano, falta de armonización legislativa para evitar la discrecionalidad en el otorgamiento de permisos, licencias, manifestaciones de construcción y respecto de los criterios de redensificación de predios.
Debido a lo anterior, diputados de la actual legislatura de la Ciudad de México, realizaron la propuesta para que la CDH pueda dictar medidas de observancia obligatoria cuando un ciudadano denuncie la violación de sus derechos por alguna construcción, además de establecer en la ley sanciones más severas tantos para desarrolladores como para servidores públicos, para dar cumplimiento al mandato de la Constitución Política de la Ciudad de México, algo sin precedentes a nivel nacional, al ser la Ciudad de México, la primera en reconocer de manera legal el Derecho a la Ciudad como un derecho humano fundamental de todos sus habitantes.
Sheinbaum, Airbnb y “el gran negocio”
Es bien sabido que el modelo de negocio de Airbnb es el cobró por estancias cortas, lo que se asemeja más a un hotel tradicional. Aquí el problema es que viviendas que se rentaban por periodos largos cambiarán por estancias cortas, lo que encarece los precios.
Por ejemplo: en lugar de pagar 7 mil pesos por un departamento, se pagará 700 pesos por noche. En resumidas cuentas, Claudia Sheinbaum promueve la elitización de la Ciudad de México y la expulsión a la periferia de los más pobres.
No basta con la afirmación de que cada uno es libre de hacer lo que quiera con su propiedad, porque al ser una política impulsada por grandes empresas y por gobiernos su impacto alcanza a toda la sociedad, en este caso la que vive en el valle de México.
En México, Airbnb es recibido con los brazos abiertos. La secretaria de Turismo capitalina, Nathalie Desplas Puel, comentó que la Ciudad espera captar a 77 mil 500 personas, entre las que se encuentran los “nómadas digitales”, gracias al acuerdo firmado con la compañía estadounidense. Esto generaría una derrama de mil 400 millones hasta los 3 mil 720 millones de dólares al año para la capital mexicana.
Hasta ahora, el gobierno de la Ciudad de México no ha especificado a qué tipo de regulaciones estará sujeto Airbnb en el convenio firmado entre ambas partes y la UNESCO.