Ensayo: segundo lugar
Por: Mariana Garibay Zamudio
Terminó la jornada laboral. Te preparas para volver a casa, se lo avisas a algún familiar por mensaje o por llamada; vas a tomar la Línea 12, la más nueva de todas y la que te lleva más cerca de ellos. Éste es tu recorrido habitual, en la mañana tomaste exactamente esta ruta, pero al revés, pronto llegas al metro, pasas tu tarjeta por el lector y te cobran 5 pesos, te vas en dirección Tláhuac.
Te subes al vagón que te queda más cerca, no viene tan lleno como en hora pico, pero te quedas parado, ya que no son muchas estaciones las que debes pasar. Las personas conversan tras sus cubrebocas, duermen, revisan su celular o miran por la ventana. Estás cerca de tu destino, la siguiente estación es Olivos y ya casi…
Un estruendo te interrumpe y pronto es acompañado por humo y la sensación de que caes; te agarras de uno de los tubos, pero sientes como personas arriba de ti se van resbalando y chocan contigo. Pronto el pánico invade el vagón a modo de gritos y llanto. En la oscuridad, reconocer voces infantiles además de las adultas pronto se buscan modos de salir. Desde afuera, personas les hablan para intentar ayudar. Algunos logran salir por su cuenta entre la fractura del vagón, pero otros cuantos están muy lastimados y pocos más no reaccionan siquiera. Tarda una media hora la llegada del auxilio profesional y por el resto de la noche salen de los vagones personas en shock… Y cadáveres.
Esta persona puede ser cualquiera que se encontraba en los dos vagones finales del metro de la Línea 12, el 3 de mayo de 2021 a las 10:30 pm. O puede ser Nancy, que iba de regreso de ver a su novio; o Brandon que solo iba por un regalo.
De un trabajo cimentado en arena durante la administración de Marcelo Ebrard con el apoyo de un consorcio constructor de Grupo Carso, que desde su inauguración presentó fallas a pesar de llevar de inicio una inversión de 17 mil 583 millones de pesos mexicanos, que presumía de haber sido restaurada por Mancera y cuya última revisión fue “hace unos meses”, según declaraciones de Claudia Sheinbaum; resultó una tragedia que hasta ahora cuenta con 24 muertos, más de 70 heridos y a la bandera mexicana a media asta.
Se buscan culpables, si no es Ebrard y Mancera, es Sheinbaum, Morena o CICSA (Carso Infraestructura y Construcción). Los partidos políticos han aprovechado la situación para plantarse frente a la zona de desastre y hacer campaña política, conversar con una madre y abuela que llevan la noche entera buscando a su niño de 13 años para decirles que vayan a denunciar juntos a la jefa de gobierno; a esta hora el niño ya fue encontrado sin vida.
Por su parte, el presidente no se pronunció hasta la mañana siguiente al siniestro y posteriormente se habló de condolencias y de la promesa de investigar a fondo para dar con el responsable. Promesa que hoy 6 de mayo de 2022 sigue en pie, pero sin cumplirse, al leer una nota de La razón donde se habla de la intención de hacer un peritaje y de no estar seguros si para diciembre estará lista la línea dorada.
Los familiares buscaban en las listas el nombre de sus seres queridos, esperando estuvieran en las de los hospitales y no en la de fallecidos. Y es que el espectro de daño fue tan amplio que hubo gente que salió con moretones y enseguida buscó la manera de llegar a su casa, gente con brazos y piernas rotas, gente que murió por el choque, gente que debe ser operada. La jefa de gobierno afirmó que el servicio hospitalario se les brindaría a todos, que el gasto correrá por cuenta del gobierno, promesa que pertenece a algo elemental.
Aún queda mucha incertidumbre, pues parece que se habla mucho del tema, y las vueltas que se le dan quedan todas en el principio: la culpa es de todos los involucrados menos del trabajador que hoy llora a sus muertos o que sufre en una cama de hospital, que quizás por un tiempo tenga miedo de subirse al metro; la culpa es de quien da lamentaciones a medias y promesas para apaciguar a la gente, fingiendo que nada tiene que ver con el desastre de ayer.