¿Qué obtenemos a cambio de sustituir el monumento de un colonizador?
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Diálogos

19 Oct, 2021
Por Monserrat Iglesias López. La estatua de Cristóbal Colón en Reforma será reemplazada por una cabeza de mujer indígena. Esta noticia ha generado críticas y opiniones encontradas en cuanto a que sea un hombre blanco el encargado de esculpirla, la elección del gobierno por incluir una representación indígena femenina y el paso social que se […]

Por Monserrat Iglesias López.

La estatua de Cristóbal Colón en Reforma será reemplazada por una cabeza de mujer indígena. Esta noticia ha generado críticas y opiniones encontradas en cuanto a que sea un hombre blanco el encargado de esculpirla, la elección del gobierno por incluir una representación indígena femenina y el paso social que se ha dado por reflexionar sobre los monumentos y su contexto.

El 5 de septiembre de 2021 se conmemoró el día internacional de la mujer indígena y se informó que el monumento a Cristóbal Colón, ubicado en Paseo de la Reforma, sería sustituido por la escultura de una mujer olmeca, mientras que la estatua del “descubridor de América” será llevada al Parque América, en Polanco, en la alcaldía Miguel Hidalgo. La jefa de Gobierno de la Ciudad de México (CDMX), Claudia Sheinbaum, declaró que sería “un lugar digno con autorización del INAH” y concluyó con que el objetivo principal de este reemplazo es el reconocimiento a la mujer indígena.

La escultura de Cristóbal Colón fue un regalo del rey Leopoldo I de Bélgica a su suegro Maximiliano de Habsburgo para que se le edificara un monumento, situación que se vio interrumpida tras la muerte del emperador y el triunfo de los liberales. Posteriormente, el presidente Sebastián Lerdo de Tejada designó al escultor francés Henri Joseph Cardier para que realizará el monumento a Colón, mismo que se inauguró en 1877.

Según el diccionario etimológico la palabra “monumento” proviene del latín monumentum,derivado de monereque significa pensar en algo o recordar, junto con mensque refiere a la mente o memoria, siendo esta combinación el resultado de la memoria o recuerdo de cualquier cosa. El objetivo de los monumentos sociológicamente hablando consiste en catalizar la historia, promoviendo esta capacidad de unificación colectiva, mediante la reproducción de un mismo símbolo. El ser humano necesita de estas representaciones para tener imágenes en común con la sociedad que lo ayuden a comprender el mundo que habita y comunicarse en él.

Foto: © Sashenka Gutiérrez EFE

Sobre la importancia de los monumentos como “forma simbólica”, como sugiere Ernst Alfred Cassirer, filósofo y sociólogo, “los sujetos y los grupos utilizan artefactos significativos históricos y cambiantes gracias a los cuales pueden comprender, definir e interpretar el mundo y la realidad circundante. Podríamos decir así que el ser humano construye significativamente su mundo mediante o a través de imágenes, palabras o símbolos”, esto refiere a cualquier creación artística en la que el hombre pueda comunicar, vivencias, emociones o sentimientos. De aquí la importancia del significado de las imágenes -monumentos- que nos rodean.

El encargado de realizar la escultura de la mujer olmeca que llevará por nombre “Tlali”, palabra que en náhuatl significa “tierra”, será el escultor mexicano Pedro Reyes; el sitio web del Museo de Arte Moderno define el trabajo del artista visual como, “soluciones lúdicas a problemas sociales”. Por lo que la escultura de una mujer indígena se realizará bajo la interpretación de un hombre, blanco, que se pregunta: ¿Quién es “la mujer indígena”?, y se responde a sí mismo basado en los estereotipos que sostienen su existencia.

A propósito de la elección de Pedro Reyes como escultor del nuevo monolito, una de las críticas más sonadas, fue la de la escritora y activista mixe, Yásnaya Aguilar, que cuestionó el nombre de la escultura que es en náhuatl y no mixe-zoqueano, siendo esta la lengua de los olmecas. La activista también difirió en que sea un hombre no indígena quien realice una representación de una mujer indígena. En todo México, ¿no encontraron una artista indígena que pudiera representarse a sí misma?

Ilustración © Ximena Arochi Q

Interpretación colectiva de personajes históricos

El libro de Historia de México de cuarto año de primaria, facilitado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), define a Cristóbal Colón como: “Un navegante, cartógrafo y explorador, reconocido por haber descubierto América el 12 de octubre de 1492, y por haber dado paso al primer encuentro entre las civilizaciones europeas y americanas, las conquistas y colonización que cambiaron la historia de la humanidad.” Pero al remover este tipo de monumentos, ¿la historia se modifica?

Irma Graciela Alvarado, doctora en pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), habló en entrevista sobre el proceso de reconocimiento de figuras históricas y su papel social: “Este proceso comienza mediante la implementación de planes y programas de estudio que utilizan a su vez los libros de texto gratuitos, así como dramatizaciones de acontecimientos históricos que deben de ser conocidos en fechas particulares, los cuales deben garantizar la reproducción de esa ‘memoria’ que se desea promover.

Por supuesto, el gobierno en turno encarga a grupos de intelectuales (especialistas en el estudio de la historia) en primera instancia a ser quienes colocan las pautas para construir estos discursos.”

Sobre la construcción nacionalista que se nos instruye en la escuela, la doctora Irma refiere que la “historia oficial” se convierte en un instrumento de transmisión de símbolos que van a representar para distintas generaciones, la identidad de su país, en tanto que modelan precisamente la conciencia colectiva y ayudan a la construcción de un “sentimiento patrio”, el cual debe entenderse como lealtad hacia el Estado-nación.

–¿Se debería descartar la idea de una verdad absoluta en la historia?

–Sí, en tanto que los acontecimientos políticos, económicos y culturales que configuran el conocimiento histórico de las sociedades no se encuentra en ninguna esencia última de estas y tampoco el conocimiento del historiador responde a un saber neutro o libre de intereses, sino que también es un sujeto social; es decir, proviene y es un agente de una cultura específica.

Para concluir, Irma Alvarado señaló que al cambiar o desmentir un personaje de la historia, podría también modificar la historia, ya que “la historia es una construcción cultural, que involucra intereses y valores específicos que caracterizan un proyecto de nación, la modificación en la concepción de un personaje alcanza inevitablemente la concepción de la historia oficial”. La doctora especificó que estos cambios no generan mayor repercusión en el imaginario social colectivo de una nación; debido a que únicamente permanecen en el ámbito académico del estudio y no se difunden por los canales institucionales de los grupos de poder.

Mujeres indígenas, los feminicidios silenciados

Ocho de la mañana y las calles ya estaban puestas, vendedores, locales abiertos y el tumulto cotidiano de personas que trataban de pasar sobre el cruce de Madero y Eje central, pero esta vez en un ritmo pausado que rompía con un grupo de manifestantes oaxaqueñas cubiertas de vestimentas típicas del Istmo. De su furiosa e imponente apariencia emergían consignas que al unísono retumbaban en unas grandes bocinas, “nos están matando y nadie hace nada”.

Era imposible no voltear a ver las lonas impuestas que cercaban al contingente, eran imágenes sin nada de censura de cuerpos de mujeres mutilados y una en particular enmarcada al centro de una niña decapitada.

Las mujeres exigían atención por parte del gobierno y visibilizar su posición. A la ciudad no llegan este tipo de noticias, la vida urbanizada nos ha inundado la vista con barcos navegantes de notas aledañas que minimizan las condiciones en las que esas comunidades viven, los atroces feminicidios que se cometen acompañados del nulo interés que tienen las instituciones por solucionar estos terribles problemas y el falso estandarte de “respeto e integración de los pueblos originarios” que se adjudican.

Datos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, arrojaron que en México viven 6 millones 146 mil 479 mujeres indígenas, las cuales sufren tres veces más discriminación por el simple hecho de vivir en la pobreza, razones de género y etnia. Además, los feminicidios de mujeres indígenas tienen mucha menor cobertura en medios y tienen una dificultad mayor al ejercer sus derechos, ya que no hay fiscalías especializadas que atiendan este tipo de delitos y les brinden asesoría jurídica o traductores. Lamentablemente la mayoría de los casos se resuelven basados en los usos y costumbres de cada región.

En febrero de 2020, el diputado Ricardo de la Peña Marshall, durante sesión afirmó que era indispensable atender todos los casos de feminicidios, sobre todo, aquellos ocasionados a mujeres y niñas indígenas, quienes padecen una constante discriminación y violencia por su condición de género, etnia y desigualdad social.

“Muchas veces los feminicidios causados a cientos de mujeres en comunidades indígenas pasan desapercibidos por las autoridades, ya que incluso cuando una mujer indígena acude al Ministerio Público a denunciar un acto de violencia, muchas veces no cuentan con un traductor ni tampoco con los conocimientos básicos sobre sus derechos”, detalló.

De la Peña también habló sobre la situación de muchas mujeres que viven violencia doméstica, apuntó que se sabe de caso de mujeres indígenas que son constantemente golpeadas por sus cónyuges hasta el grado de causarles la muerte o de jóvenes que salen de sus hogares en busca de mejores oportunidades y en el tránsito a sus empleos, son violadas y ultrajadas.

El contexto y el nivel educativo es un factor importante que se debe rescatar, debido a que según datos del Censo de Población y Vivienda 2010 que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tan solo en Tabasco que es uno de los estados de la República con mayor número de mujeres indígenas, existen un total de 61 mil 256 indígenas, de los cuales 29 mil 455 son mujeres; de ellas, 17 mil 673 no saben leer ni escribir y solo 3 mil terminaron la primaria.

Esto nos recuerda lo rotas que están las esferas de protección a la mujer en México, lo destrozadas e inseguras que nos sentimos al caminar por las calles de nuestro país, lo frágiles y expuestas que están las mujeres indígenas. Las astillas que se sienten en el cuerpo al saber que lo que tenemos en común la mayoría de mujeres en México es que hemos sufrido algún tipo de violencia. ¿Es necesario un monumento al sector menos visibilizado?

La necesidad de reflexión ante los símbolos que nos rodean

David Alejandro Hernández es un artista plástico y miembro del Sistema Nacional de Creadores del Arte, quien el 31 de julio de 2021, realizó una intervención en Paseo de la Reforma en el monumento a Cristóbal Colón, con motivo de “reflexionar sobre la lucha de algunos para derribar estatuas de genocidas, esclavistas y colonialistas, a repensar la llamada conquista de México y derivado de esta algunas de nuestras más profundas dolencias como sociedad”, indicó el artista en una invitación que lanzó días previos a la intervención.

El artista visual señaló en entrevista que la obra titulada “Pendiente de remover”, consistió en ubicar su cuerpo sobre el pedestal de Cristóbal Colón -que se encontraba en restauración-, en una posición que suponía estaba en caída; después de una hora 40 minutos sobre el pedestal, la policía lo removió.

“El propósito de ubicar un cuerpo vivo usurpa su narrativa simbólica de hombres muertos, mitos fundacionales y alegorías patrióticas. Las esculturas dañadas en manifestaciones generan mucho debate y los cuerpos pasan a segundo término en un país donde los desaparecen y matan sistemáticamente”, declaró el artista.

Sobre la importancia de remover este tipo de esculturas colonialistas, David refiere a que es una reflexión que está sucediendo en todo el mundo en cuanto a cómo se está representando la historia, indicando que el debate se centra en repensar desde el presente la historia para dejar de glorificar el dolor y la violencia.

El escultor invita a cuestionar la historia, la educación y la visión occidental con la que crecimos como sociedad y refirió que no es la primera vez que se remueve la estatua de una figura colonizadora, citando así el evento que ocurrió el 12 de octubre de 1992 en San Cristóbal de las Casas, Chiapas donde indígenas del sureste mexicano derribaron la estatua de un colonizador local, Diego de Mazariegos, fundador del mismo pueblo.

Acerca de la nueva cabeza femenina Olmeca que reemplazará a Colón el artista expresó: “El gobierno de la Ciudad de México coloca esta nueva escultura como una respuesta elemental. Es darle atole con el dedo al pueblo colocando un símbolo para tratar de generar empatía, tomando a los pueblos originarios y el movimiento feminista que son los dos sectores que han sido mayormente afectados como respuesta a que se les tiene presentes.

“Creo que estamos viviendo una etapa interesante sobre la versión contemporánea de la historia, lo que sabemos solo se contó sobre una sola voz, es importante seguir cuestionando. ¿Qué tan regulado está el mercado visual en la ciudad?, es un problema que nadie resuelve. Pero cuando hablamos de un monumento, este condensa los conocimientos históricos de un pueblo”, añadió David, sobre la importancia de la reflexión de los monumentos que nos rodean.

Como solución a este espacio, el artista sugiere que se pudo haber abierto una convocatoria para presentar propuestas y no dar por hecho que se tenía que poner una cabeza de mujer indígena o simplemente que se tenía que poner algo; expresando que, en otros países en vez de retirar este tipo de figuras, se realizan placas que exponen ambas partes de los personajes colonizadores.

Sin duda alguna estamos en un momento clave en el que la sociedad ya no es pasiva y se cuestiona su entorno. Se ha realizado una reflexión acerca de las figuras a las que les agradecemos el encuentro de ambos continentes y la colonización, pero, ¿a qué costo?, es un paso importante el reconocer que se hizo a costa de genocidios y saqueos.

Por otro lado, el gobierno de la Ciudad de México trata de sustituir la imagen de un conquistador con una figura indígena, pero eso no le quita peso al cómo se realizó la conquista y de igual manera no cubre las deficiencias de este sector, es solo una fachada de “supuestos intereses”.

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