Por Santiago Figueroa
El futbol mexicano está de luto. El 7 de septiembre se confirmó el fallecimiento de Severo de Sales, histórico defensa del Club América en la década de los sesenta, cuyo legado permanece en la memoria del americanismo como uno de los jugadores que aportaron carácter y títulos a la institución. La noticia fue difundida por el cronista deportivo Raúl Sarmiento, generando conmoción entre aficionados, exfutbolistas y voces cercanas al club, quienes recordaron con cariño y respeto del jugador que vistió con orgullo la camiseta azulcrema.
De Sales llegó a las filas del América en 1962, en una época en la que el futbol mexicano comenzaba a consolidarse con figuras nacionales que marcaban diferencia en la cancha. Desde su debut, se ganó un lugar como defensa gracias a su entrega, disciplina y liderazgo. A lo largo de su trayectoria con las Águilas disputó 105 partidos oficiales, acumulando más de 9 mil minutos de juego en los que se distinguió por su seguridad en la zaga y su entrega total a los colores azulcremas.
Durante sus cinco años con el club, logró importantes conquistas: dos títulos de Copa México y un campeonato de Primera División, triunfos que fortalecieron la identidad ganadora del América en aquella época. La afición lo recuerda como un futbolista firme, sólido en la defensa, con la capacidad de guiar a sus compañeros y ser un referente en los momentos más complicados de los encuentros. Su presencia en la cancha representaba garantía y confianza para el equipo dirigido en ese entonces por técnicos que empezaban a construir la historia dorada del club.
En 1968, Severo de Sales vivió una breve experiencia internacional al fichar por el San Diego Toros de Estados Unidos, en una etapa en la que el futbol norteamericano buscaba hacerse un lugar en el escenario mundial. Aunque sólo permaneció una temporada en aquel país, su participación le permitió sumar experiencia fuera de México antes de regresar para poner punto final a su carrera.
El año de 1969 fue decisivo: de Sales jugó su último partido profesional con el América y también tuvo la oportunidad de vestir la camiseta de la Selección Mexicana. Formó parte del equipo que disputó el Campeonato de Naciones de Concacaf, torneo precursor de la Copa Oro, en el que el Tricolor finalizó en la cuarta posición. Si bien, no fue una generación ampliamente reconocida en títulos internacionales, su participación reafirmó el valor que tenía como futbolista a nivel nacional.
Tras su retiro, Severo de Sales se mantuvo como un nombre respetado entre los aficionados que vivieron aquella época. Aunque no buscó los reflectores mediáticos ni la fama que caracteriza a algunos exfutbolistas, su legado quedó enmarcado en las estadísticas, en los recuerdos de quienes lo vieron jugar y en la historia oficial del club más laureado de México.