Por Santiago Figueroa Clemente y Guillermo Lecuona Sánchez
En la Ciudad de México miles de personas dependen de los Comedores Populares para el Bienestar para poder comer todos los días. Son madres solteras, personas mayores, trabajadores informales, familias enteras que encuentran ahí su única comida caliente. Pero este programa, que alguna vez fue un ejemplo de apoyo social, está siendo desmantelado en silencio: los recortes presupuestarios lo están dejando sin fuerza, sin personal y, lo más grave, sin comida.
La ayuda que se va
De 2020 a 2023, el dinero destinado a estos comedores se redujo 57%, lo que ha provocado el cierre gradual de muchos de ellos. Aunque en papel se habla de 478 comedores funcionando, en realidad sólo 415 están activos, y cada vez son menos. En visitas recientes, solo uno de los comedores abiertos en horario habitual estaba brindando servicio.
En entrevista, Margarita, persona que acude diario a los comedores dijo: “Llevo más de un año viniendo a los comedores. Es una gran ayuda para mi familia, porque además de lo barato, la comida está muy sabrosa.”
Por su parte, Julián, persona en situación de calle, señaló: “El servicio era mejor al principio. Antes daban carne más seguido, ahora casi siempre es sólo sopa y arroz.”
Entre 2018 y 2020 el programa vivió su mejor momento. El presupuesto creció 64%, permitiendo servir más de 17 millones de raciones en distintos tipos de comedores: comunitarios, móviles, públicos y emergentes. La red pasó de 117 a 365 comedores, un avance notable.
Para esta investigación, se visitaron diez comedores comunitarios ubicados en distintas alcaldías de la Ciudad, incluyendo colonias en Cuauhtémoc, Azcapotzalco y Gustavo A. Madero. A pesar de haber acudido en días y horarios establecidos, solo uno se encontraba abierto y brindando servicio.
De lo mejor… a lo peor
Aunque se reportó que para 2023 había 478 comedores, el crecimiento fue más lento y acompañado de una fuerte caída en la calidad del servicio. El deterioro es evidente en las porciones, los ingredientes y la frecuencia de apertura.

Responsabilidad social
Además de los recortes, hay serios problemas de transparencia. Funcionarios clave como Eva Angelina Sánchez Valdez, subdirectora de Comedores Públicos; Alejandro Aguilar Navarro, subdirector de Comedores Comunitarios, y Lidia Rodríguez Chávez, coordinadora General de Inclusión Social, no figuran en el registro público de servidores, aunque ocupan cargos relevantes.
Cuando se buscó información directamente en la Secretaría de Bienestar, no hubo respuesta. Alegaron estar ocupados con otros trámites, como el registro de pensiones. También se enviaron correos electrónicos a los responsables del programa, sin obtener respuesta.

Recorte con consecuencias
La disminución de 57% en el financiamiento entre 2020 y 2023 ha derivado en la reducción de raciones, menor calidad en los alimentos, cierres intermitentes e incluso el cierre definitivo de algunos espacios. Esta situación afecta de manera inmediata a los sectores sociales en situación de vulnerabilidad, para quienes estos comedores representan, en muchos casos, su única fuente de alimentación diaria.
Además, la falta de información accesible y la ausencia de registro de algunos funcionarios dificultan la supervisión y la rendición de cuentas, lo que limita aún más la capacidad del programa para operar con eficiencia.