Por Andrea García Ruíz
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encuentra en el ojo del huracán. En menos de un mes, la institución ha enfrentado hechos que sacudieron a la comunidad universitaria: el asesinato de Jesús Israel Hernández a manos de Lex Ashton dentro del CCH Sur, el suicidio de un joven de 21 años de la Facultad de Arquitectura, una amenaza de bomba en la Facultad de Economía y advertencias de explosivos en Prepa 6.
Estos sucesos han encendido las alarmas sobre el estado de seguridad dentro de los planteles y han motivado a estudiantes a exigir acciones inmediatas.
Un trabajador de la Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria (DGAPSU) explicó por qué el protocolo de seguridad es tan difícil de aplicar y qué debe pasar para que las medidas se vuelvan más estrictas.

Protocolos cuestionados
Un trabajador del Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria (DGAPSU), que pidió el anonimato, explicó que el protocolo de seguridad no es uniforme en todos los planteles.
“Aquí el tema es el protocolo. Justamente una de las partes que me llama la atención es que solicitan que se haga una inspección a los alumnos antes de entrar, como ha pasado en Estados Unidos, con detectores de metales, con revisiones de mochila, el tema aquí es que cuando se hizo en Ciudad Universitaria, los estudiantes no fácilmente se dejaron revisar”, señaló.
Destacó que el CCH Sur, aunque está cerca de Ciudad Universitaria, no opera bajo los mismos protocolos de vigilancia, lo que genera vacíos en la respuesta ante emergencias.
Sobre las peticiones de los estudiantes para reforzar la seguridad, incluyendo revisiones de mochilas y detectores de metal, además admitió que no es sencillo aplicarlas.
“O sea si cae una sospecha por el Centro de Gestión Estratégica de Riesgos de Ciudad Universitaria, los alumnos no acceden (a revisiones) y hacen bulla en el caso y hacen un poco más torpe el proceso”, explicó.
También sostuvo que las medidas más estrictas sólo podrán aplicarse si se llega a un consenso con la comunidad estudiantil.
“En el caso de los chavos del CCH, es más complejo que se pueda regir un protocolo más estricto. Si los alumnos acceden si se puede cumplir parte de los pliegos petitorios que se han presentado”, agregó.

CCH Sur no olvida
La muerte de Jesús Israel Hernández ha dejado huella en el CCH Sur y revivió el debate sobre la prevención de violencia dentro de la UNAM. Este hecho ocurrió el pasado 21 de septiembre, cuando Hernández se encontraba sentado comiendo gomitas con su novia, Guadalupe, cuando Lex Ashton lo atacó con un arma blanca provocando heridas en el cuello y abdomen que le costaron la vida.
El colaborador de DGAPSU aseguró que no existe denuncia previa contra Lex Ashton, el agresor.
“Hasta el momento, no hay ninguna denuncia por parte del consejo académico, no hay denuncias de acoso o de agresiones físicas”, aclaró.
Además, explicó que la institución no puede espiar ni monitorear las redes sociales de los estudiantes, a menos que exista una denuncia formal.
“Lo que ha salido en noticias que pertenecía a grupos de Ultra o extrema derecha, pues eso no entra en la jurisdicción de la UNAM, porque no estamos espiando al alumnado. En casos muy específicos si se hace una investigación en redes sociales, pero previamente no había llamado la atención este alumno”, detalló.
Asimismo, destacó que sí hubo alguna acción que causó impacto en la comunidad, nunca fue señalada por las autoridades escolares.
“A lo mejor entre compañeros sí, pero ellos no hicieron la denuncia correspondiente, que se puede hacer en la Línea de Reacción Puma o en la unidad jurídica de la UNAM”, instó.
Un clima de tensión
La serie de tragedias y amenazas ha creado un ambiente de inseguridad y desconfianza en la comunidad universitaria.
Estudiantes de distintos planteles exigen acciones concretas para garantizar su integridad y evitar que hechos como el de CCH Sur se repitan.
La institución, por su parte, enfrenta el reto de reforzar sus protocolos sin violar los derechos de los alumnos ni generar fricciones que paralicen la vida académica.
¿Qué pasa con las amenazas de bomba?
En la entrevista destacó los desafíos que atraviesa la institución y la necesidad de reforzar las medidas de protección.
“Hemos tenido reportes de bombas, de amenazas de bomba. Hace una semana hubo un reporte de amenaza de bomba en la Facultad de Economía”, confirmó la fuente. Explicó que, aunque existen cursos de capacitación para académicos, estas situaciones siguen siendo inéditas para la universidad.
“Estas situaciones son nuevas. Pensábamos que sólo pertenecían a Estados Unidos o al school shooting, pero al parecer ya no. Entonces, por parte del Centro de Gestión de Riesgos vamos a formular un protocolo para este tipo de situaciones”, añadió.
De acuerdo con el especialista, la creación de este nuevo protocolo será un reto, pues se requiere implementar mecanismos de detección temprana: “Va a estar algo complejo porque es hacer perfiles psicológicos de algunas personas para saber qué hacer. Hasta el momento no hay un protocolo.”
Sobre el origen de las amenazas, fue claro: “Hasta donde te puedo decir, es una situación que aún no descubrimos o analizamos de dónde viene el origen de estos ataques.”