POR SEBASTIÁN CAMPOS RIVERA
La inteligencia artificial (IA) cambió la manera en que interactuamos con las computadoras, sobre todo en los sistemas de lenguaje, como ChatGPT de Open AI, Gemini de Google o Copilot de Microsoft, pues utilizan algoritmos que les permiten analizar millones de datos y generar respuestas coherentes a partir de esa información; por lo tanto, los usuarios pueden hablar con el sistema como si estuvieran conversando con una persona real.
Esta tecnología también representa un beneficio para las empresas, ya que pueden utilizarla para responder rápidamente a las preguntas de los clientes las 24 horas del día, los 7 días de la semana, sin tener que contratar a alguien para hacerlo.
Sin embargo, hay una creciente preocupación por la demanda eléctrica, el consumo de agua, la huella de carbono y la pérdida de empleos generada a partir de la implementación de la IA hasta el punto en el que la Agencia Internacional de Energía se vio obligada a convocar una cumbre mundial para abordar el tema, y el Fondo Monetario Internacional ha puesto sobre la mesa sus consecuencias al empleo en sus últimos reportes.
Las emisiones contaminantes de Google se disparan a causa de la IA
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del gigante tecnológico Google aumentaron casi 50% en los últimos cinco años, debido a la apuesta que la compañía está haciendo para amplificar el uso de sistemas de IA, poniendo en duda el cumplimiento de sus objetivos climáticos.
La compañía estadounidense dijo en un reporte que pretendía alcanzar la neutralidad de carbono en todas sus operaciones para 2030, e incluso reconoció que se trataba de una meta ambiciosa que navegaba en el terreno de la incertidumbre debido a la demanda computacional, consumo energético y costos ambientales relacionados con el funcionamiento de sus productos y servicios. La cantidad de contaminantes generada por la corporación ha crecido año con año desde 2020.
“En 2023, nuestras emisiones totales de GEI fueron de 14.3 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (tCO2e), lo que representa un aumento interanual de 13% y un incremento de 48% en comparación con 2019, nuestro año de referencia”, admitió la firma. La cifra es equivalente a la cantidad de CO2 que pueden liberar 38 centrales eléctricas de gas en un año.
En torno a este tema, la Agencia Internacional de Energía explicó en un reporte que las infraestructuras de procesamiento de datos consumen alrededor de 1.3% de la electricidad mundial.
En la misma línea, Alex de Vries, fundador de la consultora Digiconomist, dijo que la huella energética e impacto ambiental de la IA crecerá“de manera trascendental” durante los próximos años. Afirmó que hasta 2027, el consumo mundial de electricidad relacionado con recursos como Gemini o ChatGPT aumentará cada año entre 85 y 134 teravatios por hora (TWh).
La Universidad de Massachusetts reveló que el entrenamiento de un modelo IA genera las mismas emisiones que cinco autos durante todo su ciclo de vida. En tanto, la Escuela Superior de Tecnología de la Universidad de Quebec determinó que la demanda computacional actual representa 4% de los gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana.
Esas estadísticas cobran relevancia a medida que las grandes empresas tecnológicas se apresuran a integrar modelos de IA más capaces, potentes y accesibles. Diversos organismos afirman que es urgente adoptar prácticas más respetuosas con el medio ambiente en el ámbito de la tecnología y la gestión de datos.
Para la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los macrodatos, la inteligencia artificial y la transformación digital pueden jugar un papel esencial a fin de garantizar la sostenibilidad ambiental y el desarrollo sostenible.
La IA supone un riesgo para los puestos de trabajo
La irrupción de los robots, la automatización y la IA ya ha comenzado a transformar el mundo del empleo en algunos sectores como el de la automoción o la industria; pero continuará haciéndolo con intensidad en los próximos años, aunque según un estudio de la consultora PwC, su impacto en la región no será significativo hasta la década de 2030, cuando uno de cada tres empleos ya no lo desempeñará un trabajador, sino que estará totalmente automatizado; es decir, lo desempeñará una máquina.
Respecto de esto, Raúl Sánchez, director de Randstad Technologies, dijo que: “Es cierto que la inteligencia artificial destruirá puestos de trabajo, sobre todo de baja cualificación. Pero al mismo tiempo se generarán posiciones relacionadas con el mantenimiento y la programación necesaria para el correcto desarrollo de los sistemas artificiales. Estas posiciones, sin duda, serán de mayor cualificación y estarán ocupados por perfiles relacionados con los grados de informática.”
Para David Plaza, director de Información e Innovación Tecnológica del Grupo Adecco, el temor a la destrucción de empleo ha acompañado siempre a los avances tecnológicos, pero “aunque muchos empleos terminan desapareciendo, también surgen otros nuevos que ni siquiera habíamos imaginado”. En su opinión, “deberíamos empezar a hablar más de transformación en el empleo que de creación o destrucción de puestos de trabajo”.
En la misma línea, Pablo Urquijo, director general de Experis, división especializada en las áreas de tecnologías de la información y la comunicación de ManpowerGroup, añadió que “históricamente, los temores sobre la tecnología han terminado por ser infundados en gran medida porque los beneficios superan los daños. Nuestro desafío es maximizar los beneficios y mi- nimizar el daño”.
La IA es una herramienta poderosa que está revolucionando diversos aspectos de nuestra sociedad, desde la interacción con las computadoras hasta el funcionamiento de las empresas y el mercado laboral. Sin embargo, su impacto no está exento de desafíos, incluyendo preocupaciones ambientales y cambios en el empleo.
Será importante, en el corto plazo, que los desarrolladores, las empresas y los legisladores trabajen juntos para mitigar los efectos negativos, promoviendo prácticas sostenibles y una adaptación justa en el ámbito laboral, a fin de asegurar un futuro más equilibrado y sostenible para todos.