Por: Eder Morales Hidalgo
Domingo 25 de agosto de 2024 en la Ciudad de México, un día soleado, con algunas nubes aisladas, pero con clima apto para disfrutar un partido de postemporada de la Liga Mexicana de Beisbol (LMB).
Nos trasladamos al Estadio Alfredo Harp Helú, al oriente de la capital, donde se enfrentaban los Diablos Rojos del México y los Guerreros de Oaxaca, en el segundo juego de la Serie de Campeonato de la Zona Sur, en los Playoffs de la Liga Mexicana de Béisbol.
Las expectativas del público que arribaba eran de que el equipo local, los Diablos, consiguieran la victoria, pues el día antes, perdieron por la mínima el primer juego de la serie con una pizarra final de 5 a 4, siendo una sorpresa para la “Nación Escarlata”, afición que no está acostumbrada a ver perder a su novena, y menos en casa.
A las 14:01 horas, al grito de ¡play ball!, el lanzador venezolano, Erick Leal lanzó la primera bola dando inicio al partido.
La parte alta de la primera entrada se desarrolló con tranquilidad para Leal, de uno, dos y tres, sacó los outs, dando pasó a que vinieran a batear los locales con Franklin Barreto como primero en el orden.
Barreto fue ponchado por el dominicano Radhames Liz, pitcher abridor de los Guerreros; como segundo en el orden de los escarlatas, estaba uno de los favoritos de la afición, el exligamayorista Robinson Canó, quien ganó el título de Campeón Bateador de la temporada, pero en ese turno al bat no lució su poderío, pues fue dominado con un rodado a segunda base. La primera entrada terminó con José Marmolejos siendo dominado por Reynaldo Rodríguez con un rodado a primera base.
No imaginan lo que les espera
En la parte alta de la segunda entrada, Kyle Martin pegó un sencillo al jardín derecho, siendo el primer hit del juego, luego, con dos outs en la pizarra, Roberto Ramos consiguió embasarse por la vía del sencillo con dos hombres en base, el pitcher de los Diablos otorgó la base por bolas a Jorge Flores, llenando la casa de Guerreros, en ese momento no había margen de error para Erick Leal, fue entonces cuando un mal lanzamiento, aprovechado por Ricardo Valenzuela pegó el mejor batazo que un pelotero puede conseguir, un Grand-Slam; es decir, Jonrón con casa llena.
La pizarra se colocaba 4 a 0 a favor de los de Oaxaca. En ese momento sucedió algo clásico en el béisbol, el vaciado de las bancas, pues entre novenas es común que se hagan de palabras, esta vez el resultado fue la expulsión del mánager de los Guerreros, Luis Rivera. Finalmente cayó el tercer out y acabó la entrada.
En ese momento a la afición sólo le quedaba la esperanza de que sus Diablos remontaran como tantas veces lo habían hecho en temporada regular, ya que era temprano en el juego. Sin embargo, esto no parecía que fuera a suceder pues no fue hasta la sexta entrada que los escarlatas registraron su primer hit, un jonrón solitario de Franklin Barreto al jardín izquierdo. Pero no fue la reacción esperada pues eso fue todo lo conseguido en la entrada.
Entrando a la “fatídica séptima entrada”, con nubes advirtiendo la llegada del mayor enemigo del béisbol, la lluvia, los Guerreros no se iban a conformar con las cuatro carreras conseguidas, siguieron bateando ante los lanzamientos del pitcher Justin Courtney y anotaron una carreras más, poniendo el marcador 5 a 1.
Ya en el octavo capítulo, en el estadio dominaba un sentimiento de preocupación pues el tiempo para reaccionar de “los pingos” se reducía. La novena oaxaqueña sabía que debía aumentar su ventaja, por eso, entre errores de los locales y su ofensiva, anotaron dos carreras más aumentando su ventaja mientras que la poca afición oaxaqueña que se dio cita celebraba, sintiendo que el juego ya era suyo, pero como decía el beisbolista Yogi Berra “esto no se acaba hasta que se acaba”.
Reacción escarlata
En la parte baja de la entrada los Rojos agonizando en el marcador, comenzaron a tener una reacción, Moisés Gutiérrez, como bateador emergente, conectó sencillo dando paso a que nuevamente Barreto, conectara un doble dando oportunidad de que Robinson Canó bateara, el dominicano respondió con un sencillo productor de dos carreras, poniendo el marcador 7 a 3, luego ante un error del catcher visitante Canó anotó la cuarta carrera, parecía que se armaba un rally de los locales, la afición nuevamente se emocionaba al ver que su Diablos estaban jugando “a la diabla”. Desgraciadamente para ellos, en esta entrada no pudieron hacer más.
Entrando ya a la novena y última entrada, con la lluvia ya sin preocupar, el relevo de los Diablos tenía una sola tarea, que no les hicieran más carreras, pero no pudieron evitarlo y los últimos clavos en el ataúd de los Diablo Rojos fueron los cuadrangulares de Yariel González y Roberto Ramos que pusieron el marcador 9 a 4. Finalmente, los Guerreros estaban a tres outs de la victoria y de poner a los Diablos en desventaja 2-0 en la serie y así lo hicieron, siendo Moisés Gutiérrez el out veintisiete.
A las 17:30 el Estadio Alfredo Harp Helú comenzó a vaciarse y en los pasillos y escalinatas se escuchaba a la afición decir: “Ojalá no sea la última vez que venimos”, “ojalá y si regresen esta temporada”, “a ver cómo les va en Oaxaca”, siendo un fin semana de sorpresa para “El Diamante de Fuego”.