De fandoms e internet: el problema de las comunidades virtuales
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Diálogos

12 Ago, 2024
El denominado fan tóxico es una mutación del troll de internet: aquel individuo que busca imponer sus ideas por los medios que sean necesarios, no importa quién se vea perjudicado, éstos están protegidos por el anonimato y la libertad de expresión.

La palabra “fan” es una abreviatura del término “fanatismo”. Ser fan significa ser aficionado a un determinado tema. Este término se aplica mayormente a los deportes, a la música y, sobre todo, a la cultura pop en áreas como el cine, los videojuegos, las series de televisión, los cómics, etcétera.

El filósofo, crítico musical y profesor universitario, Mark Fisher, recordado con su seudónimo de la web K-punk, retoma las preocupaciones futuras de la sociedad en el siglo XXI en Realismo capitalista: ¿no hay alternativa? (2009), donde propone el concepto que da título a este libro.

Es difícil decir cuándo comenzaron los primeros fandoms relacionados con la cultura pop, pues cada uno empezó a surgir paulatinamente tras el éxito de una obra. Ejemplos hay muchos: tenemos, en el cine, la salida de Star Wars Episodio IV: Una Nueva Esperanza (1977), cinta que fue un éxito en taquilla y fue aclamada por sus efectos visuales, lo cual desató un fenómeno cultural y una franquicia que fue expandida con novelas, cómics, videojuegos y series de televisión con millones de adeptos alrededor del mundo.

Asimismo, series animadas como Los Simpson, rápidamente empezaron a reunir a fanáticos en espacios como Alt.TV.simpsons, sitio web conocido por ser el lugar donde los fanáticos debatían detalles de la serie y sus personajes, además de reseñar y comentar los episodios.

Otro caso similar lo tiene la franquicia de ánime y manga Saint Seiya, también conocida en Latinoamérica como Los Caballeros del Zodiaco, que se hizo famosa por los distintos foros donde los fans compartían datos e información que, al igual que el sitio antes mencionado, servía como un lugar donde las personas compartían ilustraciones de sus personajes favoritos o incluso creaciones propias, inspiradas en el trabajo del autor original Masami Kurumada. Principalmente desglosaban y discutían sobre esta franquicia durante los primeros días del internet; anteriormente, este recurso no estaba al alcance de muchos y, claro, tiempo antes de la existencia de las redes sociodigitales.

En la actualidad, vivimos en una época de inmediatez donde la información siempre está disponible y en constante actualización gracias a la presencia de las redes sociodigitales como Facebook, Twitter, Instagram, YouTube y, más recientemente, TikTok. Los fans están constantemente actualizados con respecto de sus intereses.

Estos lugares se han vuelto el espacio ideal para la búsqueda de información sobre un determinado tema, igualmente hacer debates y crear memes, solo por mencionar algunas de las actividades que se realizan, lo que permite una mayor interacción con las mismas audiencias; no obstante, este exceso de inmediatez ha generado una cierta deformación en el concepto de “fan”, quien ahora no sólo es el que disfruta, sino que también puede ser verdugo cuando se sienta inconforme.

“Fans tóxicos”

Como todo en el mundo, por cada cosa buena siempre existirán varias malas. El denominado “fan tóxico” es una mutación del troll de internet: aquel individuo que busca imponer sus ideas por los medios que sean necesarios, no importa quién se vea perjudicado, éstos están protegidos por el anonimato y la libertad de expresión. Dada la existencia de este tipo de fans, actores, directores y demás personalidades del cine, la televisión y otros medios han tenido que abandonar o cerrar sus redes sociodigitales con tal de evitar el escrutinio público, mientras que otros han padecido problemas como depresión o incluso han pensado en el suicidio por los constantes ataques.

Un ejemplo de esto sucedió cuando Star Wars Episodio I: La Amenaza Fantasma (1999) llegó a los cines, esta cinta no fue bien recibida por los fanáticos; entre los factores que fueron motivo de críticas negativas fueron: la trama política, el guion y dirección de George Lucas, pero lo que causó la mayor molestia fue la presentación de dos personajes: Anakin Skywalker (antes de ser Darth Vader), interpretado por Jake Lloyd, quien ya tenía una carrera prometedora como actor infantil, pero por su participación dentro de esta película tuvo que retirarse de la actuación, debido a las burlas y acoso que sufría.

El otro personaje fue Jar Jar Binks, un alienígena de la taza gungan, cuya interpretación corrió a cargo del actor Ahmed Best, que fue presentado como un elemento cómico para la trama, y que fue criticado por ser considerado como un estereotipo racista; fue odiado al punto de que su intérprete estuvo a punto de suicidarse. “Recibí una reacción mediática que realmente me hizo sentir como si mi vida hubiera terminado (…) fue horrible, era el punto más bajo de mi vida”, declaró. 

Star Wars, como franquicia, alberga numerosos casos donde los fans se dedicaron a mostrar su descontento y realizaron ataques contra miembros del elenco o personas ligadas con la producción, luego de que Disney se hiciera con los derechos de la saga en 2012 y, tras el estreno de las películas pertenecientes a la nueva trilogía que presentaban nuevos personajes (varios de ellos femeninos o de una determinada etnia), nuevamente hubo quienes expresaron su descontento vía redes sociodigitales; algunos de los actores víctimas de estos ataques fueron John Boyega, Daisy Ridley y Kelley Marie Tran, éstas últimas dos tuvieron que cerrar sus cuentas de Instagram dado el acoso que recibían. 

Los episodios han causado, dentro de esta franquicia y otras más, un sentimiento de desdén por los seguidores de estas sagas y franquicias. Con esto en mente, las preguntas pertinentes serían: ¿acaso son las redes sociodigitales lo que ha generado más fans tóxicos?, ¿es malo ser fan? La respuesta directa es simple y sencillamente NO, pero es necesario reflexionar hasta qué punto es sana la devoción por una determinada producción y cuál es la barrera entre fan y el fan tóxico. 

En conclusión,  internet ha permitido a los aficionados tener una mayor facilidad de obtener información de acuerdo con sus intereses pero es necesario que estas comunidades actúen con responsabilidad y que toda inconformidad sea tratada desde una perspectiva crítica, donde el juicio no sea vea afectado por el fanatismo.

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