Crónica
Por Fernanda Rangel
Cuarto para el mediodía del domingo 2 de octubre de 2022, un tsunami de gente se acomodó y alistó para arrancar el peregrinaje anual desde la Plaza de las Tres Culturas hasta el Zócalo de la Ciudad de México. Afinaron los últimos detalles a sus pancartas, desdoblaron mantas con mensajes de demanda, se reunieron con sus compañeros de protesta; se dieron abrazos fraternos y bebieron a sorbos grandes vasos de agua de sabor con harto hielo que ayudaba a mitigar el sol que en ese momento hacía cenit sobre las cabezas sudadas de los humanos habidos en la mítica plaza de Tlatelolco.
En cuanto el mediodía despuntó, los cúmulos de manifestantes y de los medios de comunicación enfilaron un paso seguro hacia la arteria vial Eje Central que iba a prestarse como el camino amarillo de los diversos contingentes que alzaban sus múltiples voces y discursos en memoria a la conmemoración de la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968.
La caminata planeada abarca 2.9 kilómetros y en un ritmo a paso “normal” toma 36 minutos llegar del Punto A-Plaza de las Tres Culturas al Punto B-Zócalo (por el camino que los manifestantes eligieron como senda); estos contingentes de demandantes no tenían intenciones de hacer una caminata “normal” de 36 minutos, puesto que nada de lo que sucedió el 2 de octubre del 68 fue así, “normal”… hijos e hijas perdidos, uso indebido de elementos armados, desapariciones forzadas a manos del propio gobierno, represión y posteriormente desterramiento de la libre expresión, manipulación de medios de comunicación, encarcelamiento injustificado, violaciones a la integridad sexual, mental y física; asesinato, homicidio y ausencia de veracidad, ausencia de aceptación de culpas y no aceptar “metidas de pata”, nada de esto es normal ¿cierto?, por ello un andar lento y pausado, así como el tiempo que ha transcurrido sin justicia es altamente necesario.
Eje Central es una avenida rápida que conecta de norte a sur y de sur a norte a la Ciudad de México, una avenida que cuenta con puentes peatonales desde donde podía apreciarse a los, aproximadamente, 4 mil manifestantes que componían el macro contingente construido de contingentes más chicos; la unión de manifestantes fue acompañada muy de cerca durante todo su andar del cuarto poder, enviados de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, los Marabunta y paramédicos; un camión viejito con bocinas encabezaba la marcha, fue el encargado de transmitir a un alto volumen los mensajes y consignas de lucha que los organizadores, representantes y demás querían evidenciar ante la gente que los veía pasar, mientras que a la vez, algunos humanos sudados por el sol que yacían dentro del contingentes vitoreaban “el pueblo, mirando, también está apoyando”.
Quejas. Voces. Peticiones. Vitoreos. Demandas. Porras. Insultos. Toda esta suma de sonidos hizo del camino de 2.9 kilómetros un espacio diverso, para nada silencioso y objetivamente representativo de la realidad de la ciudadanía mexicana que vive y se mueve en 2022, mentira sería, afirmar que las llagas creadas en el tejido social en la masacre del 2 de octubre han sanado, tan sólo han pasado 54 años… “¿Cuántos años más son suficientes? ¿Cuántos años más para saber la verdad?” fue lo que una mujer sentada musitaba en las escaleras del Museo Memorial del 68 y no, no habrá años, ni siglos, ni eternidades que reparen y paguen por el dolor de los familiares de este acontecimiento, más no hay que olvidar que este no es el único evento en su especie y que sea el gobierno que sea, con el presidente que sea, el año que sea y las condiciones que sean las demandas son iguales, los pliegos petitorios se mantienen y la justicia se seguirá demandando.
El contingente alcanzó su meta a las 14 horas y se instaló en la plancha del Zócalo frente al muro negro de 3 metros de altura hecho de hierro que protegía al Palacio Nacional de la furia de los vilipendiados ciudadanos; más consignas se hicieron presentes y aun cuando las bocinas lanzaban las palabras de esperanza con la fuerza que aportan los altos decibeles parece que no fue suficiente, ¿o sí?