Entre libros, Alejandra Pizarnik
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Palabra Digital

20 Feb, 2022
“Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas”. -Alejandra Pizarnik Por: Paola Prudencio Flora Alejandra Pizarnik nació un 29 de abril de 1936, fue una poeta y traductora argentina dentro de una familia de inmigrantes de Europa Oriental. Estudió Filosofía y Letras en la […]

“Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego. Pero creo que mi soledad debería tener alas”.

-Alejandra Pizarnik

Por: Paola Prudencio

Flora Alejandra Pizarnik nació un 29 de abril de 1936, fue una poeta y traductora argentina dentro de una familia de inmigrantes de Europa Oriental.

Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires además de pintura con Juan Batlle Planas.

Entre 1960 y 1964 Pizarnik vivió en París, donde trabajó para la revista Cuadernos y algunas editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios y tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé e Yves Bonnefoy; además estudió historia de la religión y literatura francesa en La Sorbona.

Tuvo una niñez llena de inseguridades

Existieron dos situaciones que marcaron la vida de Pizarnik, estas fueron: la comparación con su hermana que su madre hacía y el hecho de que su familia fuera extranjera.

La mayoría de sus familiares que quedaron en Europa fueron asesinados bajo un movimiento nazista.

Tuvo una adolescencia llena de complejos, su baja autoestima debida a los problemas de asma, acné, tartamudez y a su físico con el cual ella no se sentía cómoda.

En la secundaria fue en donde comenzó a interesarse por la literatura.

Los tipos de literatura que más les gustaban a Alejandra Pizarnik:

Existencialismo, la libertad, la filosofía y la poesía.

Se identificaba con autores como Artaud, Rimbaud, Baudelaire, Mallarmé, Rilke.

En el año 1954 Alejandra fue a la Universidad de Buenos Aires, a la Facultad de Filosofía y Letras, pero decidió cambiarse a la carrera de Periodismo y después a la de Letras.

Finalmente abandonó a universidad para dedicarse de pleno a la escritura.

Juan Jacobo Bajarlía, fue su guía en la carrera de literatura, él se encargó de corregir los primeros trabajos de Alejandra Pizarnik.

Autoestima y ansiedad

Alejandra Pizarnik comenzó a ir a sesiones de terapia con León Ostrov, donde se enteró que padecía de Trastorno Límite de la Personalidad, este hecho fue esencial en su trayectoria como poeta.

La llevó a interesarse por el psicoanálisis que fue un buen instrumento para profundizar en la subjetividad y además entrelaza la literatura y el inconsciente.

Los últimos años de su vida estuvieron marcados por serias crisis depresivas que la llevaron a intentar suicidarse en varias ocasiones.

Pasó sus últimos meses internada en un centro psiquiátrico; el 25 de septiembre de 1972, en el transcurso de un fin de semana de permiso que pasó en su casa, terminó con su vida con una sobredosis a los 36 años.

SUS OBRAS

«Estoy ebria de soledad, de espera, de deseos abstractos, de entidades llenas de designios mágicos. ¡Qué noche para morir! ¡Qué instante para hacer el amor!»

Su obra lírica se comprende en siete poemarios:

  • La tierra más ajena (1955)
  • La última inocencia (1956)
  • Las aventuras perdidas (1958)
  • Árbol de Diana (1962)
  • Los trabajos y las noches (1965)
  • Extracción de la piedra de locura (1968)
  • El infierno musical (1971).

Su poesía está llena de símbolos, de silencios, de locura, de la sombra de la muerte, de delirios… La poesía, según ella misma, era ese lugar donde lo imposible se vuelve posible.

LA CONDESA SANGRIENTA

El relato, mezcla de narrativa, ensayo y prosa poética, cuenta con una introducción y once capítulos.

Relato que a partir de textos y documentos recogidos y descritos por Valentine Penrose, relata la leyenda de Erzsébet Báthory, condesa húngara medieval conocida por haber cometido más de 630 asesinatos.

Pizarnik, desde su voz como autora, nos acerca al trabajo de Penrose sobre la condesa, alabando su capacidad de centrarse en lo que llama la “belleza convulsiva” de este personaje y de apartar la perversión sexual y la demencia como centro evidente de la historia.

La versión de Pizarnik resulta una de las piezas más grotescas de toda su obra, con un estilo narrativo-descriptivo que, aun sin poder soltar en su totalidad el estilo poético que tanto caracteriza la mayoría de su obra.

Tú no amas. Amas en vano, vanamente. Vanidad de enamorada que se vendió a la ausencia.

Este amor te devora, tú misma ya no existes.

— Alejandra Pizarnik Diarios

Leer a Pizarnik es sentir, vivir su dolor en carne propia, fue una mujer llena de sentimientos que nadie pudo entender en ese momento, no existirá poeta con tal profundidad en sus palabras como Alejandra.

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