Por Sebastián Gómez Rosales

El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) significó el término “emprendedoras” como aquellas mujeres que, por cuenta propia, trabajan o emplean a otras personas. Va desde grandes empresas, hasta pequeños negocios y ventas unitarias de algún producto o servicio, implementado e impulsado por el sector femenino del país.

En poco más de año y medio, se perdieron alrededor de 2 millones 100 mil trabajos debido a la pandemia por Covid-19, de acuerdo con cifras arrojadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), situación en donde las mujeres se han visto mayormente afectadas, puesto que ellas representan 71% de la población que no ha vuelto a ser empleada.

Dicha problemática originó en el sector más desfavorecido por el desempleo la búsqueda de diversas variables con la finalidad de obtener ganancias; en su mayoría, empleos informales que pudieran satisfacer la necesidad de generar ingresos sin verse obligadas a pagar impuestos: las famosas “Nenis”.

El término ‘Nenis’ surgió de manera despectiva para referirse a las mujeres emprendedoras que comercian y venden sus productos a través de las redes sociales, como un tipo de burla al trato que se daba entre vendedora y consumidora, mismo en el que la palabra ‘nena’ es utilizada frecuentemente para nombrarse entre sí. Hoy son más de 5 millones 200 mil mujeres quienes conforman este conglomerado comercial. Prácticamente una de cada 12 mujeres en México.

–¿Qué te motivó a vender ropa para mujer de segunda mano?

“Conocer la industria textil junto con su impacto político, económico, social y sobre todo en el medio ambiente, esto logró que me sensibilizara, así que decidí buscar alternativas para poner en práctica una ‘moda sustentable’, con ética, con más responsabilidad y ser más consciente de la ropa que debemos adquirir y poder hacer a un lado el ‘fastfashion’.

“Obtengo un recurso monetario y un poco de tranquilidad por concientizar a las mujeres y a los hombres; en su mayoría mujeres porque es la población que más consume el sector textil, aunque la ropa no tiene género”,declaró Irann Bravo.

Irann Bravo Álvarez es una joven estudiante de enfermería, tiene 21 años y ha sabido administrar sus horarios para poder cumplir con la escuela y a su vez, con su trabajo de comerciante en la ciudad de México.

Los martes, jueves y sábados se despierta a las siete de la mañana sin excepción alguna, para una hora después salir de su hogar e iniciar, junto a su novio Rodrigo, la primera etapa de su labor. El frío es apenas soportable; sin embargo, entre las chamarras que llevan puestas y la posición que en el asiento se adecúa al abrazo de Rodrigo, parece no sentirse demasiado.

El microbús que previamente abordaron, lleva escrito en el cartel “Eje 6, Metro Guelatao”, mismo que por lo regular habrá de dejarlos en su destino luego de 30 minutos. Entre suspendidos pestañeos por el sueño y uno que otro bostezo repentino, arriban al tianguis que está ubicado en Av. Guelatao y Fuerte de Loreto, en la colonia Chinampac de Juárez.

Foto: © Grupo Nenis (Facebook)

Este es uno de los más de mil 500 tianguis establecidos a lo largo de toda la ciudad, mismos que retomaron su ejercicio en junio de 2020, luego de cuatro meses en los que vieron detenida su economía y que, pese a la pandemia, se han convertido en los principales proveedores para la venta de segunda mano.

Una vez abajo del colectivo, comienza el recorrido por las variadas pacas, colocadas sobre un terreno de tierra, piedras y basura, que ofrece el lugar.

“Buscamos ropa que sea adecuada al estilo de la página, en su mayoría son blusas y suéteres. Como es un tianguis pequeño solo nos toma de hora y media a dos horas, por lo que aproximadamente terminamos de comprar como a las 10:00 am”,afirmó Irann.

Luego de un desgastante caminar bajo el sol, cargados de bolsas repletas de ropa, y los tenis sucios debido al polvo que se eleva con la aparición de diversas corrientes en el aire, se dirigen a desayunar al mismo puesto de todas las semanas, un negocio ambulante de birria, que aún sin las medidas sanitarias necesarias, le fascina a la futura enfermera y a su joven acompañante.

Al terminar de degustar la denominada “comida más importante del día”, retornan a la avenida para tomar un camión con destino a “Francisco Villa, Constitución, Vicente Guerrero” y descender en Eje 6 y Av. Genaro Estrada, ubicación en donde habrán de realizar su segunda y última parada.

Las condiciones son muy similares a las del primer tianguis, montones de puestos, montones de ropa y montones de tierra; no obstante, esta plaza de comercio es más grande, motivo por el cual destinan de dos a tres horas como mínimo, para cumplir con su actividad.

–En pesos, ¿cuánto le aumentas a cada artículo respecto del precio en que lo adquiriste?

“Va desde los 20 pesos hasta los 100, dependiendo el costo en que la obtuve, pero siempre trato de adaptarla al precio estándar de la página a pesar de que la ganancia no sea mucha ($90-160)”, afirmó la futura enfermera.

Para la segunda etapa de su labor, establecieron lunes y jueves (de 4 pm a 6 pm) para realizar fotografías a las prendas previamente adquiridas. Suben al techo del edificio que Irann habita, y utilizan los enormes árboles que rodean su unidad, como fondo para las postales que los mismos días, en punto de las 10:00 pm, les permitirán actualizar el contenido de su página.

“Después de tomar las fotos, mido los suéteres y las blusas de lo ancho y largo, porque en muchas ocasiones vienen o muy reducidas o muy amplias, entonces para que tengan una descripción más detallada y puedan comprar algo que en verdad se ajuste a lo que quieren”, relató.

La red social Instagram ha sido a lo largo de año y medio la conexión entre ella y sus compradoras. Su página cuenta con poco más de 2 mil seguidores quienes en un lapso de 30 minutos, entre la primer y última imagen subida, la contactan para poder comprarle mercancía.

–¿Qué edad tienen en promedio las mujeres que te consumen?

“La edad promedio sería 22 a 30 años, porque son el sector que se mantiene más activo en redes. Pero me ha tocado que se presentan algunas clientas de la tercera edad.”

Y, por último, están las entregas. Los sábados alrededor de las 2:40 pm, Rodrigo e Irann se dirigen a MetroConstitución de 1917, primera estación de la línea 8, para en punto de las 3:00 pm, comenzar con los encuentros previamente establecidos. El pago lo pueden hacer en efectivo o bien por transferencia o depósito bancario, y les toma una a una hora y media realizar las entregas.

“Las prendas que ya han sido vendidas, fueron anteriormente lavadas y dobladas, las envuelvo con un listón junto con una tarjeta de presentación y algunos dulces”, aseguró.

–¿De cuánto es la ganancia mensual aproximada?

“Varía muchísimo por la cantidad de prendas que ofrezco en la plataforma y por el costo que adquiero de la prenda; sin embargo, un aproximado mínimo serían 4 a 5 mil pesos.”

El término “Nenis” hizo posible la visualización del emprendimiento femenino, el incansable trabajo de millones de mujeres y las condiciones precarias a las que deben enfrentarse para poder conseguir algo de dinero y con ello, cubrir sus necesidades.

Uno de los grandes contrastes que permitió observar este fenómeno son las condiciones en las que se emprende a nivel nacional, pues hoy 85% de las emprendedoras son informales, cifra 10 puntos porcentuales mayor a la tasa que hay en los hombres, de 75%, esto según un cálculo realizado por el reportero.

México es una de las naciones en donde el panorama anterior se encuentra más que marcado. De 149 países enlistados en el informe del Foro Económico Mundial (“WEF”, por sus siglas en inglés), nuestro país se encuentra en el sitio 122 en el rubro de oportunidades y participación económica para las mujeres.

Y empeora al hablar de igualdad salarial, en donde se ocupa el lugar 134, únicamente 15 peldaños por debajo del último. Estas permiten comprender mejor porqué el empleo informal es mayormente abarcado por mujeres.

Al conocer ahora lo que es y hace una “Neni” realmente… ¿seguirán siendo capaces de nombrarlas así a manera de burla?