Por Sebastián Díaz Mora.
Desde que inició la vacunación de los adultos de 18 a 29 años en la Ciudad de México, la buena respuesta de la juventud capitalina ha sido la norma en prácticamente todas las alcaldías, al grado de que en algunas incluso se llegaron a agotar las dosis; sin embargo, aunque pareciera que todos los jóvenes están ansiosos por inmunizarse contra el Covid-19, miles de ellos han decidido, por distintas razones, rechazar la inmunización.
Los ausentes en la fila de vacunación
Aquello era como un hormiguero. Era una reminiscencia de la forma en la que cientos de hormigas ingresan en fila a su colonia para guardar el alimento que recolectan, al mismo tiempo que otras tantas salen igualmente formadas del lugar en búsqueda de comida.
Solo que el lugar no era un hormiguero, sino el Centro Cultural Jaime Torres Bodet. Quienes ingresaban y salían no eran hormigas; eran adultos de 18 a 29 años de edad. Y la razón por la que ingresaban no era porque iban a guardar el alimento que habían recolectado, sino que entraban a recibir la segunda dosis de su vacuna contra el Covid-19.
Y es que la afluencia de jóvenes al recinto del Instituto Politécnico Nacional (IPN), una de las tres sedes de vacunación en la alcaldía Gustavo A. Madero, se mantuvo en todo momento durante este primer día de la aplicación de la segunda dosis de la inyección Sputnik-V, al grado de que parecía eso: una colonia de hormigas.
Eran las 11 de la mañana con 10 minutos y los jóvenes no paraban de llegar. Ese 28 de septiembre era el primer día de cinco en los que aplicaría la segunda dosis de la vacuna a jóvenes de la alcaldía.
“¡Lleve la pluma! ¡Lleve la pluma! ¡De a 5, de a 5, de a 5 pesoooos!”, gritaba Germán a los jóvenes que caminaban por Av. Instituto Politécnico Nacional hacia el punto en el que comenzaba la fila para pasar a vacunarse. “Para el llenado de tu formato, lleva la pluma”, reiteraba.
Germán, uno de esos comerciantes que han hecho su agosto gracias a gente despistada que olvida llevar pluma para llenar su formato de vacunación, aseguró en entrevista que, cada que acude a un centro de vacunación, vende alrededor de 500 plumas. Una ganancia de 2 mil 500 pesos.
“Es que sí traía, pero la dejé en mi casa”, le explicaba a su novia uno de esos jóvenes despistados que tuvieron que comprarle una pluma a Germán.
Frente a la Biblioteca Nacional de Ciencia y Tecnología del IPN, sobre la misma avenida, se encontraban los filtros en los que funcionarios de apoyo del gobierno capitalino -que portaban chaleco verde- les requerían a los jóvenes su formato, así como una identificación oficial que comprobara su residencia en la alcaldía. Ahí es donde comenzaba la fila para ingresar al Centro Cultural.
Era más de medio día y los jóvenes llegaban y llegaban. El Centro Cultural seguía pareciendo un hormiguero, con gente entrando y saliendo en fila en todo momento.
El mosaico de personas que llegaban al centro de vacunación era diverso; era una juventud bastante variopinta.
Mientras que algunos apenas habían cumplido los 18 años y daban toda la pinta de ser estudiantes universitarios, otros ya llegaban casi a los 30 y acudían vestidos de camisa y pantalón de vestir, pues habían tenido que salir de la oficina para ir a vacunarse.
No obstante, esta diversidad, había un elemento en común en todos ellos: la esperanza de que, ya con el esquema completo, iban a recuperar, aunque fuera un poco, esa libertad que perdieron desde marzo de 2020.
Luego de haber recibido la segunda dosis, Daniel Hernández, de 20 años de edad, aseguró que ya inmunizado, planeaba regresar a ejercitarse al gimnasio, actividad que suspendió desde el año pasado a raíz de la pandemia.
Sin embargo, aseguró que no bajará la guardia. “Ahora sí que, a pesar de que ya tengo la vacuna, a seguirme protegiendo todavía”, declaró. El joven llegó a las 12:00 en punto y tardó en inmunizarse aproximadamente 45 minutos.
“Yo estoy satisfecho porque ya es un paso más para que podamos regresar a las clases presenciales y pues ya nos sentimos más seguros”, aseguró por su parte Alejandro Álvarez, de 21 años, quien estudia en el IPN, institución en la que aún no se ha reanudado la educación presencial. Era la 1 y media de la tarde y apenas iba a entrar a la fila.
Luego de que los jóvenes pasaban el primer filtro, tenían que recorrer, pegados a la valla de las instalaciones del IPN, la Av. Instituto Politécnico Nacional, doblar a la derecha en la esquina con la Av. Wilfrido Massieu y, tras de caminar unos 15 metros, llegaban al acceso desde donde ingresaban al recinto.
En la fila y mientras caminaban, aquellos jóvenes que venían en grupo o en pareja iban platicando entre ellos; los que iban solos, caminaban sin decir una sola palabra, algunos en el celular, otros con sus audífonos y otros tantos simplemente caminaban sin hacer nada más.
“Buenas tardes. ¡Del lado derecho! ¡Una sola fila por favor!”, les ordenaba a los jóvenes para que no rompieran la fila uno de los 100 cadetes de la Policía de la Ciudad de México enviados al recinto para apoyar en la jornada de vacunación. Ya eran más de las 2 de la tarde y la alta afluencia que se mantenía hacía que el centro de vacunación siguiera pareciendo un hormiguero, con filas interminables de jóvenes que entraban y salían del recinto.
Dentro de las instalaciones del IPN, en un patio frente al edificio del Centro Cultural, estaban las unidades en donde se realizaba la inmunización. En medio de carpas y de cientos de sillas negras, los jóvenes eran separados en grupos de 10 personas, sentados alrededor de una mesa y, finalmente, recibían el piquete.
Tras 10 minutos de estar sentados en observación, volvían a formarlos en fila y salían del recinto en una puerta que daba a la misma Av. Wilfrido Massieu. A la salida, se encontraban padres, novios y amigos esperando a los recién vacunados, así como puestos de esquites, frituras, fruta picada y hasta churros rellenos.
No pocos aprovecharon los puestos para comer algún aperitivo, pues ya eran las 3 y media de la tarde, horario para comer.
Isaac Ortega, estudiante de 22 años de edad, opinó después de salir de vacunarse que el proceso al interior del centro estuvo bien organizado y “bastante eficiente”, más de lo que esperaba.
Pero a pesar de la alta asistencia que hubo hoy y de que aún quedan otros cuatro días de vacunación en la alcaldía, hubo miles de ausentes: adultos de 18 a 29 años de la Gustavo A. Madero que no acudieron hoy a este centro de vacunación y que tampoco lo harán en los próximos cuatro días.
Se trata de los jóvenes, que se cuentan por miles, que decidieron por alguna razón que no se van a vacunar contra Covid-19.
A este grupo de jóvenes que se rehúsan a vacunarse no se les ha puesto la atención necesaria, pues el tema ha sido empañado por la historia de la alta concurrencia de la mayoría de los jóvenes en los centros de vacunación.
Sin embargo, no es un tema menor, ya que la cifra de jóvenes que no quieren vacunarse contra Covid-19 es de decenas de miles.
Un problema de decenas de miles
Entre 42 mil y 89 mil adultos del rango de edad de 18 a 29 años de la Ciudad de México se han rehusado a aplicarse la vacuna contra el Covid-19, de acuerdo con datos del gobierno capitalino. Además, dicho rango todavía puede aumentar más.
Hasta el 22 de septiembre, el Gobierno de la Ciudad de México reportaba que, en las 12 alcaldías en las que ya ha comenzado la inmunización para este rango de edad, 1.001 millones de jóvenes habían recibido al menos una de las dos dosis de la vacuna contra Covid-19.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en esas mismas 12 alcaldías, la población de 18 a 29 años asciende a 1.043 millones.
Si se compara este dato del INEGI con el de inmunizados con primera dosis que reporta el gobierno capitalino, el resultado es que 42 mil personas de este rango de edad no han querido vacunarse.
De hecho, el gobierno capitalino tiene registrada una población de 18 a 29 años en esas 12 alcaldías de 1.091 millones. Al comparar estos datos de población con los de inmunización, el resultado es que alrededor de 89 mil adultos de 18 a 29 años de edad no han acudido a vacunarse, a pesar de que ya tuvieron la oportunidad.
Estas cifras aumentarán, ya que aún no se toma en cuenta a aquellos jóvenes que residen en las 4 alcaldías en las que todavía no se inicia la vacunación para este sector de la población y que en su momento decidirán no acudir a vacunarse.
Asimismo, cabe la posibilidad de que la cifra registrada de inmunizados con al menos una dosis en las 12 alcaldías en las que ya se abrió la vacunación para jóvenes, sea una sobre estimación, debido a que es necesario tomar en cuenta que, durante la aplicación de las primeras dosis en alcaldías como Benito Juárez o Miguel Hidalgo, se registraron casos de personas que acudieron a vacunarse aun cuando eran residentes de otras alcaldías -como Iztapalapa- o incluso de otras entidades federativas.
No está claro la cifra exacta de jóvenes que acudieron a vacunarse antes de que les tocara y que, en consecuencia, solo inflaron la cifra de vacunados en las 12 alcaldías en las que ya se aplicó la primera dosis.
Cabe aclarar que se buscó a la Agencia Digital de Innovación Pública de la Ciudad de México y a la Secretaría de Salud capitalina; en al caso de la primera rechazó que algún funcionario diera una entrevista, mientras que en el caso de la segunda no se obtuvo respuesta hasta el cierre de la edición de este reportaje.
Otro fenómeno observado en las cifras de vacunados reportadas por el gobierno capitalino fue que, en los casos en los que ya se habían aplicado las dos dosis de la vacuna para personas de 18 a 29 años, miles de jóvenes que acudieron a aplicarse la primera ya no fueron a su cita de la segunda.
9 mil jóvenes de la Alcaldía Benito Juárez que se aplicaron la primera dosis de la vacuna a finales de julio decidieron, por alguna razón, no asistir a su cita para aplicarles la segunda en septiembre, de acuerdo con datos del Gobierno capitalino. En dicha alcaldía, hasta el 30 de julio, se aplicaron dosis de la vacuna Sputnik-V.
De acuerdo con el reporte de vacunación del gobierno capitalino, en la alcaldía se habían aplicado 64 mil 448 dosis del antigénico ruso en ese sector de la población.
La semana pasada, cuando se llevó a cabo en la alcaldía la aplicación de la segunda dosis de Sputnik-V para ese rango de edad, solo acudieron a vacunarse 55 mil 479 jóvenes.
Al cruzar ambas cifras, se obtiene como resultado una diferencia de 9 mil 031 personas entre la primera y la segunda dosis.
Y de hecho la cifra aún puede aumentar, ya que aún está por verse cuántos jóvenes que se aplicaron la primera dosis de AstraZeneca en la alcaldía deciden no acudir a la cita para aplicarse la segunda, esto toda vez que aún no se han aplicado las segundas dosis de dicho antígeno en la alcaldía.
Otro caso similar es el de la Alcaldía Benito Juárez. En esa localidad, 17 mil jóvenes que se aplicaron la primera dosis de la vacuna decidieron, por alguna razón, no asistir a su cita para aplicarles la segunda.
Tal como en el caso de Benito Juárez, en la última semana del mes de julio se llevó a cabo la aplicación de la primera dosis de la vacuna para jóvenes de 18 a 29 años de edad en Miguel Hidalgo. Hasta el 30 de julio, se aplicaron dosis de la vacuna Sputnik-V.
De acuerdo con el reporte de vacunación del gobierno capitalino hasta esa fecha, en la alcaldía se aplicaron 64 mil 237 primeras dosis del antigénico ruso en ese sector de la población.
Durante la semana pasada que se llevó a cabo la aplicación de la segunda dosis para ese rango de edad en la alcaldía, solo acudieron a vacunarse 47 mil 302 personas de ese rango de edad.
Esto arroja una diferencia de 16 mil 935 personas entre la primera y la segunda dosis, es decir, casi 17 mil personas no quisieron o no pudieron asistir a la cita para su segunda dosis.
La cifra aún puede aumentar, como en caso de la de Benito Juárez, ya que aún está por verse cuántos jóvenes que se aplicaron la primera dosis de AstraZeneca en la alcaldía deciden no acudir a la cita para aplicarse la segunda.
Pero, ¿por qué miles de jóvenes han decidido rechazar la inmunización contra el Covid-19?
¿Por qué no se están vacunando?
El escepticismo es un fenómeno presente en todo el mundo y en todas las edades de la población; no está presente solo entre la juventud de México.
A nivel internacional, sí son en su mayoría las personas jóvenes las que ha rechazado en mayor proporción la vacuna.
De acuerdo con un reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el que se estudió la desconfianza hacia las vacunas entre las poblaciones de 17 países diferentes, entre más años tenga una persona, más probable es que esté dispuesto a vacunarse.
La explicación para esto que ofrece el FMI es que, al ser el Covid-19 una enfermedad que sobre todo posa un riesgo sobre la gente mayor, esta la espera con mucha más urgencia que los jóvenes.
“Esto no es del todo sorprendente”, explica el reporte. “Los mensajes iniciales de salud pública sobre las vacunas se centraron en gran medida en crear conciencia y crear confianza entre las personas mayores.”
Esos factores habrían de explicar en parte por qué las personas no quieren vacunarse contra Covid, pero también la desconfianza, así como el temor a las vacunas en general o las reacciones que podría generar explican por qué los jóvenes rechazan la inmunización.
Un escéptico de la vacuna
Andrei, un estudiante de 22 años que vive en la Ciudad de México, es uno de esos miles jóvenes escépticos que se rehúsan a vacunarse contra Covid-19.
En videoentrevista, explica las distintas razones por las cuales se niega a vacunarse, aunque destaca una en particular: le teme a la posible reacción que le podría dar una vez que lo inyecten.
“Yo la verdad no quiero por el hecho de que no me gustaría sentirme enfermo”, cuenta el estudiante de la carrera de periodismo. “Cada que me enfermo, son enfermedades muy potentes que llegan a tirarme en la cama por semanas.”
-¿No crees tú que sería mucho más grave que te enfermaras de Covid a que te diera reacción?
-Créeme que he vivido casos muy cercanos de personas que han fallecido por este virus… Pero creo que al (yo) salir tanto, al exponerme tanto a la calle, no asimilo que me pueda enfermar en realidad, no lo tomo como algo que me pueda llegar a ocurrir; en cambio conozco casos y me pregunto por qué no me ha dado, por qué si he convivido tantas veces con gente que hasta ha sufrido de Covid, por qué yo no me enfermo.
“Creo, en mi pensamiento ‘guajiro’, que tengo las defensas muy altas, que tengo los anticuerpos, aunque no sea así. Creo que de ahí mismo nace la idea de: ‘si no me he contagiado, ¿para qué me vacuno?’… Simplemente creo que el enfermarse para generar anticuerpos no va conmigo. Yo no quisiera enfermarme para generar anticuerpos porque sé que mi reacción a las vacunas es mala: me tiran en la cama y no me gusta estar enfermo porque, en mi caso, sí me vuelvo muy inútil.”
Otra inquietud que señala el estudiante respecto de las vacunas y que lo hacen desconfiar de ellas es que no tienen 100% de efectividad, pese a que la mayoría de las vacunas que se han desarrollado en la historia de la humanidad no cuenta con una efectividad del 100%.
Según los Centros para el Control y Centro de Enfermedades (CDC, por sus siglos en inglés), la vacuna de la varicela, por ejemplo, cuenta con una eficacia mayor a 90%, aunque no de 100, tal como ocurre con algunas vacunas Covid-19.
“¿Para qué me vacuno si no son 100% efectivas, si de todos modos me voy a poder llegar a enfermar?”, cuestiona Andrei.
Andrei cuenta que ya ha tenido la oportunidad de vacunarse, pues fue a Baja California en junio, cuando iniciaba la vacunación para jóvenes en esa entidad, y le han ofrecido certificados de domicilio para ‘saltarse la fila’ y vacunarse en otra alcaldía diferente a la suya, Azcapotzalco, en donde aún no ha iniciado la inmunización de adultos de 18 a 29 años. Él le ha dado la espalda a esas oportunidades.
Otra de las razones por las que Andrei recela de la vacuna es que él percibe que “no hay un control” en la campaña de vacunación de jóvenes implementada por el gobierno de la Ciudad de México. Sobre todo, critica el que personas se saltaran la fila.
“A las autoridades no les está interesando del todo, nada más es cumplir por cumplir”, critica.
Una última razón que argumenta es que no hay certeza del número de dosis que será menester aplicar a las personas para protegerlas ante las múltiples variantes de coronavirus que surgen todos los días.
A pesar de todo el escepticismo y ante el anuncio de que esta semana se abrirá la vacunación para jóvenes en su alcaldía, Andrei admite que cederá y terminará vacunándose, pues sus padres, con quienes viven, padecen comorbilidades y son personas vulnerables ante el Covid-19.
Su caso es emblemático, puesto que las razones que expone para justificar su escepticismo son las mismas que tienen buena parte de los miles de jóvenes que no quieren vacunarse.
A pesar del éxito que ha tenido la vacunación de jóvenes en la capital, con sedes de aplicación a reventar y con alcaldías a las que se les agotan las dosis, hay miles de jóvenes ausentes en que han decidido no inmunizarse contra el Covid-19.